Carlos Vives
Fecha: 10 de febrero de 2017
Lugar: Teatro Caupolicán
Productora: t4f+bizarro
Fotógrafo: Ramón Gomez
Periodista: Diego Puebla
En su peak de popularidad el cantante repletó un multicultural Teatro Caupolicán.
Colombia ha sido sin lugar a dudas un país que durante los últimos cinco años ha estado situado en el cotidiano chileno. Miles de caribeños ya residen Chile en medio de discriminación y políticas gubernamentales no favorables para ellos, en medio de un clima anti-inmigrante que obviamente los medios han ayudado para estropear la relación chileno-colombiana en la ciudadanía común y corriente. Pero hay momentos, donde se demuestra todo lo contrario con un respeto total entre naciones como en la música.
Aquél país, que durante estos últimos años ha realizado una fuerte inversión en la cultura local (música, pintura y artistas en general) con el fin de lograr la masividad que ya está tomando forma, con esta medida proteccionista que ha beneficiado a músicos como Maluma, J Balvin y el propio Carlos Vives. Sumado a certeros singles colaborativos manteniendo la música de aquél país, y de Sudamérica rotando por las radios y aplicaciones de todos lados del orbe.
Carlos Vives es un caso especial, con 55 años y desligándose solo un poco del tradicional vallenato (música tradicional) y entrando a este reggeaton con líricas más suaves, (cosa que caracteriza a sus compatriotas) logrando otro empuje en su carrera logrando diversos premios el año recién pasado.
Todo esto fue la mejor excusa para traerlo de vuelta a Chile, hace unos días en un televisado Festival de Talca y luego al coloso de San Diego con una razón particular. Lograr una fiesta sin importar donde naciste.
El inicio del show, con grandes pantallas, impecable sonido, y la archi-escuchada “Bicicleta” fue el comienzo de una correcta presentación. Doce músicos en escena y “La Tierra del Olvido” o “La Gota fría” fueron algunos de los 15 temas ejecutados por una cronométrica banda soporte y un Carlos Vives con menos voz, ocupando el recurso del fraseo pero manteniendo la afinación donde las críticas por su calidad hace algunos días se entregan de manera injusta.
Baile, mucho baile y la inconfundible simpatía del peli-crespo creo sin querer un momento de unión en sin lugar a dudas el inicio de muchos shows de nacidos en dicho país, pero con una calidad irreprochable y experiencia que mostró Vives en la agradable noche de viernes.
No queda más que decir que ¡Sí! ¡Sí! ¡Colombia!