Por Vicente Flores
Hace cinco años se bajó el telón de una parte importante de la música chilena de los últimos años. En medio del frío agosto de 2018, Dënver, el dúo de indie pop compuesto por Mariana Montenegro y Milton Mahan le dijo adiós a sus seguidores, quienes presenciaron en la Blondie (escenario idóneo para tal evento) cómo las melodías de desamores o sueños inalcanzables se esfumaban, al menos, por un tiempo.
Pese a que las canciones del dúo oriundo de San Felipe seguirían viviendo en las memorias de sus fanáticos, cabe destacar que un componente relevante dentro de la historia del grupo es su gran faceta escénica, debido a la irrefutable química que existe entre sus integrantes. Por eso es que era tan esperado el regreso, el cual finalmente se anunció hace algunos meses, con motivo de celebración del décimo aniversario de su afamado disco Fuera de Campo.
Cinco años después, el Teatro Coliseo se vestía de gala para recibir a unos de los mayores exponentes del indie pop nacional. Como previa del show principal, a las 18:45 se presentó Sukubito, cuya música electrónica fue como el calentamiento antes del ejercicio de fondo, por lo que la gran cantidad de gente que ya había a esa hora disfrutó una variedad de sonidos que mezclaban lo mejor de su repertorio techno.
Finalmente, pasadas las 20:00 horas reaparecieron las dos figuras que hicieron vibrar a toda una generación durante la década del 2010. Milton y Mariana, una vez más, se unían para dar una clase de música. Y no una cualquiera, sino que la de un reencuentro marcado por la nostalgia que sus intérpretes le traspasaron al público.
Y es que apenas sonaron los tintes melancólicos de “Las Fuerzas”, un grito ensordecedor se escuchó al unísono. La calmada melodía fue perfecta para comenzar la velada, debido a que, además de ser la canción que da inicio al disco celebrado, es el preludio de una noche que, poco a poco, se iría volviendo un torbellino de emociones.
Luego fue el turno de otro clásico, porque “Profundidad de campo” se merece llevar el mismo nombre del álbum. Apenas era la segunda canción y la algarabía estaba desatada en el recinto de Nataniel Cox. Mientras sonaba el tema que evoca lo mejor del pop kitsch, el dúo sanfelipeño realizaba la misma coreografía de su videoclip, por lo que fue el momento en que sus miradas no solo irradiaron energía entre ellos mismos, pues este fue uno de los puntos más álgidos de la noche, ya que es uno de sus éxitos que más transmite su estilo discotequero.
El baile siguió con “Torneo Local”, otro hit que prendió a un teatro repleto, donde no cabía nadie más. Después fue tiempo de recordar su otro gran disco, “Música, gramática, gimnasia”. Y que mejor que con “Olas Gigantes” y “En medio de una fiesta”, dos temas que rememoraron lo mejor de su romanticismo que más de alguno de los presentes dedicó, o por el contrario, escuchó para combatir su soledad.
Esa amarga nostalgia se repitió con “Concentración de Campos” y “Medio Mal”. Sin embargo, luego se viviría un momento sorpresivo, pero que prendió aún más la noche. Los acordes del synth pop noventero que se escucharon fueron seguidos por un alarido eufórico, dado que Milton dejó su guitarra de lado y rindió homenaje a Los Prisioneros con una rejuvenecida versión de “Con Suavidad”, uno de los mayores éxitos de la banda nacional más icónica de todos los tiempos. Con esto, Denver dio una muestra más de su genialidad musical, al hacer que un clásico no pierda su esencia. Por el contrario, esta se mantuvo y agregó el electrizante toque que el dúo le da a sus temas bailables.
Acto seguido, Mahan y Montenegro agradecen a su público por la tremenda convocatoria. La cantante preguntó quienes habían visto al grupo antes, y también cuántos eran debutantes en sus conciertos. Y al estar divido el público, el dúo quizás sintió que la gran cantidad de fans que habían acumulado en estos años separados era razón suficiente para no terminar todo en esta única noche. “¡Qué vuelvan!” vociferaba la masa compuesta por diversas generaciones. Los sanfelipeños solo se dejaban querer, pero era evidente que esta era la noche que habían soñado siempre. Así como lo fue su fiesta de despedida en 2018, las emociones que se transmitían entre los músicos y su público eran de un sentimiento común. Tanto aquellos que eran fans desde su debut con “Totoral” en 2008, como los que habían fantaseado con ver, aunque fuera una sola vez, a los dos compañeros de vida.
Una vez finalizado el diálogo con el público, fue momento de entonar otros dos himnos de la banda, con “El Fondo del barro” y “Mai Lov”, que volvieron a provocar movimientos telúricos en el teatro, a causa de los desaforados pasos de baile, tanto de sus intérpretes como del público.
Pasada la mitad de su repertorio, la gente presente sabía que aún quedaban varios de sus éxitos. Era momento de mezclar la profundidad de sus desamores con la euforia de sus noches de disco. Así fue como los asistentes al show recordarían las vigilias en que solo sus propias lágrimas los acompañaban, o aquellas rupturas amorosas que hasta hoy no sanan. Todo ese mar de nostalgia producido por lo que fue o pudo ser, se dio mientras sonaban “Noche Profunda”, “Diane Keaton” (una de las más pedidas por el público), “Miedo a toparme contigo” (la más antigua del setlist) y “Lo que quieras”. En esta parte de la noche se juntó lo mejor de todas las épocas de Dënver. Desde sus inicios en “Totoral” hasta sus últimos hits de “Sangre cita”. Una tras otra, cada canción hacía extrañar aún más al grupo. Y la marea de almas unidas por el sonido más característico del indie chileno lo demostró. Incluso, a causa del rugido monumental del teatro, por momentos se hacía difícil escuchar las voces de Mariana y Milton, pero siempre se vio que lo dejaron todo sobre el escenario, como si se tratara de su primera vez ante tantos rostros ansiosos por corear los temas que marcaron sus adolescencias.
Por último, quedaba lo más bailable de todo su imaginario musical. Al sonar “Los Vampiros” el teatro entero se sumó a la coreografía de sus intérpretes, que sirvió como antesala del que es quizás su hit más conocido, dicho incluso por la propia Mariana. “Quizás muchos nos conocieron con esta”, dijo ante la expectativa generalizada por escuchar en vivo “Los Adolescentes”. Ese pegajoso inicio de guitarras que se acopla de forma perfecta con una melodía alegre y la armoniosa voz de Montenegro que se repite incansablemente. En ese preciso instante, en que Milton decidió darle un toque más rockero a su acorde inicial, comenzaron a desprenderse los restos de maquillaje que quedaban en algunos rostros. Era el final de una noche que perduraría para siempre.
Cuando se sabía que ya no quedaba nada, la sorpresa fue total. El dúo decidió tocar nuevamente “En medio de una fiesta”, pues esta versión sería grabada para un videoclip. Así, luego de disfrutar aún más esa segunda interpretación, llegó el final que todos esperaban. La extremadamente prendida y bailable “Revista de Gimnasia” fue el broche de oro para una velada surrealista, donde el pasado y el presente se mezclaron para dar rienda suelta a la locura y nostalgia que habían sido abandonadas durante cinco años, pero que, al menos, volvieron por una noche. No se sabe si Dënver volverá definitivamente o no. Pero lo vivido en esa noche de sábado es muestra de que aún late la llama del indie pop chileno, y que si no es Dënver quien la sostenga, serán otros, porque Milton y Mariana seguirán sonando en las próximas generaciones musicales.
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