Fecha: 18 de noviembre de 2019
Lugar: Teatro Caupolicán
Productora: DG Medios
Fotógrafo: Ramón eMe Gómez
Periodista: Samuel Fuentes
Hace muchos años que Chile no tenía semanas tan oscuras, violentas y desoladoras como las últimas que hemos visto pasar. En este escenario, donde las lacrimógenas y sirenas policiales han sido pan de cada día, pocos espectáculos musicales se han desplegado en el país. Algunos de ellos han servido para distraer a la gente, pero otros –pocos– han hecho el trabajo opuesto: conscientizar, movilizar y energizar a la gente. Dentro de este último grupo está Patti Smith.
La norteamericana, madre del punk, debutó en los escenarios nacionales en medio de un ambiente convulsionado. Previo al show, Smith tuvo tiempo para interiorizarse en lo que ocurre en las calles, tanto a través de un conversatorio en la universidad Diego Portales como en una conferencia de prensa. Sin mucho tiempo, lo digirió y lo devolvió como un largo discurso, un concierto donde la música tenía tanta importancia como las palabras que aparecían entre las canciones.
Precisamente eso era lo que esperaba el público. Cada canción se recibía con gritos ahogados en años de espera. Esas mismas voces, solo minutos antes de su aparición sobre el escenario, se unían en gritos en contra de Sebastián Piñera y los Carabineros. De la misma forma, lienzos con frases como “¡Renuncia!” o “En Chile se tortura” acaparaban varios rincones y barandas del recinto. Por el otro lado, el escenario oscuro permitía que la atención se enfocara en Smith y sus cuatro acompañantes. El mensaje siempre fue lo principal.
Cada tema iba con su dedicatoria. «Redondo Beach» fue «para las chicas», «Ghost Dance» para la «unidad» de la gente, «My Blankean Year» dirigida a «los trabajadores» y mucho más. Varias de aquellas tienen más de 30 o 40 años de vida, resultando increíblemente contingentes, representando muchas de las cosas que siguen ocurriendo, tanto en Estados Unidos como en Chile. Patti Smith lo sabe e intenta aportar su granito de arena. Su voz tiene peso, moviliza por si sola.
«Beds Are Burning» sirvió como un llamado a cuidar la tierra, el agua, a los niños y todo aquello que nos asegure un futuro. Todavía no terminaba esa canción y la gente seguía llegando al Caupolicán, llenándose sobre la hora. Comprensible por todos los problemas de transporte que tenemos en la actualidad.
El combo de «Beneath the Southern Cross» -dedicada a aquellos que han perdido su vida o sus ojos en las protestas- y «Free Money» hicieron aparecer el espíritu proto-punk de los 70. Patti Smith disfrutaba, bailaba y se acercaba al público, a ratos notoriamente emocionada por la recepción que generaba.
Luego de un medley con canciones de los Rolling Stones y The Velvet Underground, además de un cover del clásico «After the Gold Rush» de Neil Young, Smith lanzó tres de sus clásicos: «Pissing In A River», «Because the Night» y «Gloria». La gente se volvió loca. Desde jóvenes que no llegaban a los 30 años hasta adultos que duplicaban esa edad, todos parecían hipnotizados por la voz, movimientos y actitud de Smith. No necesitó de mucho para hacerse notar.
Terminando “Gloria”, la banda dejó el escenario un par de minutos para volver con “People Have the Power”, himno con el que hicieron un guiño más a las manifestaciones que se han tomado Chile. Aquel sería el final del show, pero todavía quedaría una sorpresa más con la interpretación de “My Generation” de The Who. Una joya, un respiro dentro de tanto dolor en las últimas semanas.
“Cuídense. Sean fuertes. No se rindan. Estaremos con ustedes siempre”, recitó Smith pocos minutos antes de terminar su show. Segundos después desataría su ira en contra de una guitarra negra, destrozando sus cuerdas mientras la gente alentaba. Esas dos imágenes resumen la presencia de Patti Smith en el escenario: un mensaje claro, fuerte, de unión entre los que han ido quedando detrás y una potencia envidiable, una fuerza que permite que todos escuchen su voz y que no permite que caigan los brazos.
Patti Smith fue un recordatorio de que las peleas son largas y no siempre se ganan completamente, pero que se pierden inmediatamente al bajar los brazos. Ella nos alentó a no desistir, a seguir manifestándonos y a unirnos cada vez más. Si alguien sabe de estas cosas, es Smith. Hagamos caso.
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