Por Catalina Ruiz R.
Desde su anuncio, se esperaba que Ghost tuviera un triunfal regreso a tierras nacionales, luego de su debut en solitario en el año 2014, su paso como teloneros de Iron Maiden en 2013 y como parte del cartel de Lollapalooza 2016, considerando que agotaron las entradas en un tiempo récord de tan sólo una hora, lo cual llevó a la productora Lotus a abrir nuevas ubicaciones.
Ante un Movistar Arena repleto a más no poder, el paso de “Imperatour” cumplió con todas las expectativas de los fanáticos que no dudaron en lucir su mejor maquillaje inspirado tanto en los personajes Papa Emritus como Cardinal Copia, y sus mejores tenidas, dentro de las que destacó la presencia del mismísimo Jesús e incontables Unholy Nun.
Durante 20 canciones, los suecos demostraron por qué se han convertido en conquistadores del metal, gracias a su superioridad creativa, su lírica envolvente y un hipnotismo eufórico. Además, con una puesta en escena casi envidiable, cuidadosa en los detalles, y un carismático Tobías Forge con cambios de vestuario incluidos.
La jornada comenzó a eso de las 21:15 horas, tras la caída de un telón blanco que cubrió por minutos el escenario, manteniendo la expectativas de las miles de personas, que al dejarse caer reveló vidriales casi catedráticos, al ritmo de las primeras notas de la noche con “Kaisarion”.
En ese punto, la locura estaba completamente desatada. Minuto a minuto se podían ver personas saliendo en los brazos del personal de seguridad, entre desmayados y aplastados, llamando la atención de Forge, quien tras interpretar “Rats” y “From the Pinnacle to the Pit” pidió cuidarse entre todos, además de apelar a la calma.
Desafortunadamente sus palabras no sirvieron de mucho, puesto que tras la siguiente canción, “Spillways”, el show se detuvo por varios minutos, en medio del mensaje de un vocero de la producción que invitaba a dar pasos hacia atrás para evitar que quienes estaban más cercanos a la reja no terminaran comprimidos contra el metal.
Tras volver a la calma, dentro de los límites que permite un show tan potente como el de Ghost, fue el turno de “Cirice”, “Absolution” y “Ritual”, viviéndose durante esta última uno de los momentos histriónicos de la noche: una lucha de poder entre los Nameless Ghouls para ganarse el favor del público.
Durante “Call Me Little Sunshine”, la siguiente en la lista, llegó al escenario el reconocido Papa Emeritus IV con su ceremonial traje que se roba la atención sin ningún esfuerzo. Sin embargo, su presencia desapareció en la siguiente melodía, “Con Clavi Con Dio”, donde el altar fue purificado con incienso para darle paso a la interpretación de “Watcher in the Sky”, “Year Zero” y“He Is”.
Luego fue el turno de “Miasma”, en la que se vivió la resurrección del infaltable Papa Nihil, quien apareció detrás de una vitrina para dar lo mejor de sí durante su solo de saxofón en medio de una ola de papeles y billetes de 100 dólares. Pero como nada es para siempre, al finalizar esta canción, el ancestro de todos los Papa Emeritus volvió a su descanso eterno.
Posteriormente, “Mary on Cross” mantuvo la energía en alto, al igual que “Mummy Dust” y “Respite on the Spitalfields”, dando por finalizada la primera parte de la gran presentación en Chile de la banda formada en Linköping en 2006, cuyo último trabajo Impera los hizo merecedores de los primeros lugares en prestigiosos rankings musicales como Billboard 200.
El retorno al escenario, en medio del juego con el público para tocar más canciones, fue con “Kiss the Go-Goat”. A continuación, y como las últimas dos melodías en hacer explotar al recinto ubicado en Santiago con miles de personas incluidas, llegaron dos de los mayores himnos de la trayectoria de los músicos: “Dance Macabre” y “Square Hammer”.
En medio de una tiradera de besos de cada integrante desde el escenario a cada uno de los rincones, pirotécnica y papeles picados, Ghost se despidió no sólo de su espectáculo más masivo en territorio nacional, sino también de un devoto público que entregó lo mejor de sí, que vivió cada melodía con una energía electrizante y cuyas expectativas superaron cualquier límite imaginable.
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