Por Gerty Oyarce
A horas de la celebración oficial del Día de los Muertos, los mexicanos Café Tacvba iniciaban su presentación en el Teatro Coliseo de Santiago. El local estaba lleno y quisiera haber visto a gente disfrazada, pero no sucedió.
Puntuales y enérgicos, el espectáculo tenía un juego de luces que le daba una atmósfera única. La soltura de Rubén Albarrán, con un baile que mostraba seguridad, relajo y un ritmo lleno de vida, volvían el concierto una experiencia incluso para quienes no tenían total conocimiento de su discografía. Era imposible aburrirse.
El buen humor era una parte más de esta especie de ritual. Tuvimos una canción que homenajeaba al agua, como parte crucial de la vida, un elemento sagrado. Hablamos de las flores, resultado de la vida, donde Gepe (quien realizó un cover del clásico tema) fue invitado.
Por último, hablamos de la muerte, con Álvaro Henríquez invitado a un cover de «Déjate caer», original de Los Tres. Albarrán la dedicó a las víctimas de la guerra y a las personas presentes que, sin saberlo aún, morirán. Me dio miedo, porque la muerte es un tema vertiginoso y al que le tememos.. Pero la muerte también es parte de la vida, y que México sabe muy bien honrarla.
Hace unos días pensé en algo: al subir al escenario Gepe y Henríquez, la ovación fue enorme. Para la inauguración de los Panamericanos, los comentarios en redes sociales respecto a las presentaciones musicales de nuestros compatriotas fueron muy positivos. Escucharlos y emocionarse sólo comprueba algo: no se puede negar que una es chilena y latinoamericana.
Durante esa noche la buena onda iba y venía por todas partes. Venía del lado de la banda, que presentaron parte de su discografía de una forma luminosa, íntima. Todo trascendía y era más que simples palabras y música. La buena onda venía también de los asistentes, siguiendo la música con aplausos casi intuitivos, con la admiración propia que tenemos por la música mexicana, así como ellos admiran nuestra música. Todo anda bien, todo es colorido, todo tiene luz. Todo cobra vida.
En cuanto a la música, quisiera intentar resumir todos los sonidos que escuchamos durante el show. Me sorprende la capacidad que tenemos como latinoamericanos de mezclar distintos estilos y ritmos, con naturalidad, espontaneidad y sutileza. Folclor y pop que llevan a los colores del desierto de más al norte de América, a las tradiciones mexicanas, y por qué no decir que los ritmos del ska que también se involucran, factor que también vemos en otros grupos de nuestro continente, y se camuflan en nuestra idiosincrasia. Por último, las baladas que sin duda han marcado muchos romances latinoamericanos: en nuestras relaciones, enamoramientos y corazones rotos hemos pensado en Café Tacvba.
Con las clásicas «Quiero ver», «Eres», «Esa noche» y «El baile y el salón», Café Tacvba cerró un concierto que se podría resumir en las palabras buen humor, optimismo, energía positiva, y sobre todo, vida, vida que los asistentes siguieron sin perderse ni un sólo segundo. No me lo vengan a negar: nuestros procesos personales y nuestras vidas también están en sus canciones.
0 Comments