Fecha: 14 de octubre de 2019
Lugar: Movistar Arena
Productora: DG Medios
Fotógrafo: Ramón eMe Gómez
Periodista: Francisco Díaz-Valdés
Sin la necesidad de inventar giras de despedida, sin cambios en su formación, sin temor por interpretar sus hits, sin molestar a su público con solicitudes extravagantes y sin amenazas, la banda inglesa Iron Maiden volvió a Chile para presentarse en un «íntimo» y siempre soñado Movistar Arena.
Después de una memorable presentación en el Rock in Rio, la banda inglesa volvió a Chile para presentarse en dos recintos muy distintos entre si. El lunes sería el turno de un venue cerrado, el único en esta gira por Sudamérica, mientras ya estaba todo listo para el martes volver al siempre grande Estadio Nacional.
La gira Legacy of the Beast tiene como excusa la promoción de un juego para celulares con el mismo nombre. Y la introducción, el escenario y accesorios fueron parte de esta propuesta.
La noche comenzó con una interesante presentación de The Raven Age, la banda de George Harris, hijo del bajista Steve Harris. La recepción fue bastante positiva, especialmente de las canciones de su más reciente trabajo discográfico titulado Conspiracy.
Con algunos minutos de retraso y con el sonido de «Transylvania» como introducción del juego, ya se veía venir algo especial. Con «Doctor Doctor» de UFO ya estaba más que claro que la histórica noche de Iron Maiden estaba comenzando.
La intro de «Churchill`s Speech» y un avión gigante sobrevolando el escenario dieron paso para la primera canción de la jornada: «Aces High». El público ya estaba soprendido y entregado para la que sería una noche de grandes éxitos y sorpresas como «Sign of the Cross», que con la voz de Bruce Dickinson es una canción aún mejor que la original de 1995 con Blaze Bayley.
Canciones como «2 Minutes to Midnight», «Flight of Icarus», «The Trooper» y éxitos como «Fear of the Dark» y «The Number of the Beast», nos hicieron recordar esos conciertos en los que los asistentes realmente se saben las canciones y las cantan a todo pulmón. Aquí no tuvimos pausas.
Los músicos, especialmente el más joven, Bruce Dickinson, que con 61 años parecían veinteañeros corriendo por el escenario. Una gran obra de teatro dividida en una primera parte ligada a la guerra, una segunda en clara referencia a la religión, para terminar con un gran infierno.
La Doncella de Hierro volvió a demostrar su cercanía con nuestro país, incluso bromeando que los shows anteriores estuvieron OK, pero dejaron lo mejor para el final. Y así fue, nuevamente vivimos una muestra de maestría y una experiencia que sólo estos seis músicos pueden entregar.
Ahora sólo resta esperar la noche del Estadio Nacional y probablemente la promesa de una próxima visita, porque Iron Maiden no está para jugar con pequeñeces.
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