Tras muchos años convirtiéndose en una visita habitual al país, Megadeth se tomó siete años antes de volver. En esta oportunidad fue como parte de su Crush The World Tour que sirvió, a su vez, de promoción para su último disco The Sick, the Dying… and the Dead! (2022).
Antes de su salida a escena, fueron los nacionales de Saken los que calentaron el ambiente. Con un thrash bastante pulido, ya con décadas sobre los escenarios, prendieron a un público que repletó desde temprano el Movistar Arena. A las 20:30 ya estaba más del 70% del recinto ocupado, con gente entrando en masa por todas las entradas.
Sonando con mucha potencia, la banda sorprendió incluso invitando a Andreas «Heljarmadr» Vingbäck -vocalista actual de Dark Funeral- para la interpretación de «Nasty Gods». Si bien Carlos Quezada no contaba con la potencia acostumbrada en otras ocasiones, el resto de la banda estuvo a la altura del teloneo a uno de los cuatro grandes del thrash.
No pasaron ni un par de minutos desde que dejaron el escenario para que el público comenzara a corear el clásico «Megadeth, Megadeth». Afortunadamente, Mustaine y compañía salieron poco después de las 21:00 hrs. para saciar la sed de los clásicos de los californianos.
La voz del cariñosamente llamado «Colorado» era una de las interrogantes de la noche. Ya pasando por el quirófano en el pasado, además del desgaste normal de la edad y estilo de voz, se esperaba no contar con la mejor de sus versiones, pero rápidamente despejó las dudas con la interpretación de la canción que le da nombre a su último álbum. Este track, hecho para su voz actual, ayudó también como calentamiento para el primer clásico que entregaría la noche: «Skin ‘O My Teeth», tema que no aparecía en sus sets hace varios años.
¿Fue eso un adelanto de una noche especial? Es probable, ya que nos encontramos con un Mustaine que encabezaba una versión inédita de su alineación. James LoMenzo ingresó como bajista recién el 2022 y Teemu Mäntysaari en el 2023, ambos desplegando todo el talento que los llevó a ser considerados para una banda con décadas de vida y la responsabilidad de mantener contentos a millones de fanáticos.
Por lo mismo, fue la primera vez que presenciaban en terreno al público nacional, mostrándose evidentemente sorprendidos con cada grito que acompañaba a sus letras y riffs. Desde aquel punto, Mustaine y compañía desplegaron parte de lo mejor de su arsenal. «Dystopia» -canción que ha «envejecido» muy bien- se sumó a los clásicos «Hangar 18» y «Sweating Bullets» como las generadoras de caos en las cercanías al escenario, con una masa de gente que soportó empujones y circle pits durante gran parte del show.
Este último tema puso a prueba nuevamente el aguante de la voz de Mustaine, que sin llegar a los altos de otros tiempos igual entregó lo necesario para satisfacer a un público que, además, lo acompañó en cada letra.
«This Was My Life» y «Angry Again» también funcionaron a la perfección. Tantos años frente al público, además de un género de este tipo, hace conocer bien a los asistentes y lo que quieren: saltar, gritar, cantar, agitar la cabeza y levantar el puño haciendo el gesto de los cuernos. No es ciencia de cohetes, pero tampoco fácil de conseguir. Pero Mustaine lo logra, si al final los otros tres integrantes son los ejecutores de un show que está basado en la figura de su vocalista.
Con «She-Wolf» y «Trust» logró descansar en algo su voz, a ratos incluso pareciendo esconderse detrás de su cabello. Y aunque a ratos le cuesta con la voz, con la guitarra es otro tema. No es igual a los discos ni a sus presentaciones anteriores, siempre hay algún cambio en su interpretación, pero con las seis cuerdas entre sus manos es una de las mejores facetas de Mustaine. De hecho, después de «She-Wolf» tuvo que tomar un respiro fuera de escena. Un detalle, nada más.
Uno de las canciones más coreadas fue «A tout le monde», una que sin ser potente en su ejecución sí logra despertar mucha emoción entre el público. De esas que se cantan con el corazón, se podría decir. A esta le siguió «Tornado of Souls» y «Symphony of Destruction», donde el «aguante Megadeth» se hizo escuchar como pocas veces en el Movistar Arena.
«We’ll Be Back», recién la segunda de su último disco en el setlist, cerró esta primera parte. No se necesitó gran parafernalia, pantallas enormes, fuego o videos para lograr que el público se desatara de una forma que hacía casi imposible abandonar los 15 metros más cercanos al escenario.
El regreso contó con dos clásicos más: «Peace Sells» y «Mechanix», esta última siendo una canción rescatada de su álbum debut de hace ya casi cuatro décadas. Y, a pesar de eso, fue coreada por adultos y jóvenes sin distinción.
Cuando el show ya parecía acabar, Mustaine aparece con una última entrega, preguntando además sobre qué tan contingente sería en estos días. Y claro que «Holy Wars… The Punishment Due» lo es, con la trágica situación que ocurre desde hace ya meses en la zona de Gaza y Mustaine siendo un crítico constante de los conflictos bélicos.
Ya con la camisa blanca abierta de par en par, el líder de Megadeth agradeció y se despidió. Eso sí, no fue antes de decir que este público era de los más ruidosos que había presenciado, esto un par de días después de un paso por Perú que también lo había dejado maravillado.
Cada visita de la agrupación tiene un sabor diferente, pero ninguno es amargo. Mustaine sabe entregar lo que la gente quiere y lo hace de la mejor forma que puede, tanto en lo que sale de sus manos y voz como también al saber elegir a quienes pone en el escenario junto a él. La tarea no es inventar algo nuevo, sino que mantener vivo lo que ya existe y eso se logró completamente con un nivel que no decepciona.
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