King Krule en Chile: De las sombras a la luz


El show de King Krule -nombre artístico del inglés Archy Ivan Marshall- era uno de los más esperados de este comienzo de año. Era la primera vez del músico en el país que, a pesar de ni siquiera llegar a la treintena de años, cuenta con una discografía bastante contundente.

El recinto elegido fue el Teatro Coliseo, muchas veces cuestionado por su acústica, pero que en esta oportunidad respondió correctamente a la potencia que la banda ponía sobre el escenario. Y no era un desafío menor, ya que el artista se hace acompañar por cinco músicos más para poder dar la profundidad necesaria a sus composiciones.

Si a veces la queja es por la sobrepoblación de gente sobre el escenario en comparación con lo que finalmente se logra escuchar, eso rápidamente se desvaneció en el recinto de Nataniel Cox. Si bien no tenían gran protagonismo, siendo un soporte para el artista principal, desde un comienzo con «Perfecto Miserable» y «Alone, Omen 3» se logró una atmósfera que se mantendría durante toda la presentación.

Los gritos no se detenían, ni antes de la aparición de aquellos dos tracks de su álbum Man Alive! (2020) ni después con uno de los preferidos del público: «Dum Surfer». La energía se movía desde el escenario al público y de vuelta, con más y más gente agolpándose cerca del escenario como para recibir de mejor forma las potentes guitarras de King Krule, unas que oscilan entre la suavidad y la distorción con mucha facilidad.

Después de un rato sin pronunciar más palabras que las de sus canciones, la potencia fue bajando un poco para mostrar el sonido más lento y atrapante de las canciones de su último disco Space Heavy como la homónima, «Flimsier» y «Seagirl». Aquí logramos ver otra etapa en la carrera de King Krule, con sonidos que incluso limitaban con lo que podría haber sido una sesión de jazz.

Con el paso de los minutos aparecieron más palabras. Comentó que su abuela había nacido en Chile, llamó a un cese al fuego en Gaza y pronunció un «Free Palestine» que terminó aplaudido por todo el Teatro Coliseo. Ya se sentía la conexión entre el músico y los presentes, vínculo generado en base a gritos y guitarreos que no necesitaban de mucho más para ir estrechándose con los minutos.

Quizá el de más movimiento sobre el escenario fue el histriónico Ignacio Salvadores, saxofonista trasandino que es parte de la banda y que aprovecha de cantar cuando no tiene su instrumento en la mano. El resto se movía poco y nada, preocupados de dar el ancho con cada una de sus disciplinas en una música que es más complicada de tocar de lo que parece.

La participación del público con «Seaforth» o la recepción de «Underclass» fueron solo algunos de los puntos altos que tuvo este show, cuya segunda mitad también tuvo la presencia de otras facetas del artista con canciones más introspectivas del corte de «Only It Was Warmth». Una mezcla que refleja prácticamente cada una de las eras por las que ha atravezado el británico.

La bulla no cesó cuando salió algunos minutos del escenario tras esta última canción, con un público que lo conocía lo suficiente como para saber que no debían abandonar sus lugares ya que algo más quedaba. Y esto se concretó con «Out Getting Ribs», la clásica con la que ha cerrado sus últimos espectáculos en la región. Una canción que quizá carece de la potencia que mostró en el inicio de su presentación, pero que también aparece como un rescate de sus primeras composiciones de hace más de una década.

Un poco menos de dos horas muy bien aprovechadas con una selección de canciones propia del primer acercamiento con un público nunca antes visitado. El show de King Krule deja demasiadas sensaciones positivas, en especial por la capacidad de poder instalar una atmósfera en base a música y luces, pero sin gran parafernalia que aleje la atención de estos dos sentidos.


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agendamusical

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