Pasaron casi diez años desde su última visita a nuestro país de Alice Glass. En el 2013, cuando el witchhouse todavía se veía como novedoso, llegó con Crystal Castles como parte del cartel de Lollapalooza Chile, revolucionando la media tarde en el Movistar Arena.
Una década ha pasado desde entonces y varias cosas han cambiado, pero antes de llegar a la canadiense hay que tomarse algunos minutos para quienes abrieron la jornada. Diavol Strain -formado por Ginger Blue en la guitarra y Lau M en el bajo y voz- tuvo aquella responsabilidad, mostrando una música con tintes ochenteros bastante interesante.
A pesar de que el comienzo no contó con el mejor audio, la actuación del dúo mostró gran parte de su propuesta: una música que recoge elementos sonoros y visuales del rock gótico, del post-punk, de Siouxie and the Banshees, The Cure, del movimiento riot grrrl y más. Una música con algo de parentezco de lo que hace Glass, que se siente fresca a pesar de sus influencias con más de 30 años de vida y que muestra frases como «esperando a que el tiempo vuelva a su fin / esperando que la muerte llegue por fin«.
Pocos minutos después de su salida del escenario, la DJ Mangohell -también acompañante de Glass en sus shows- mostró un set que pasó por «Jungle» de Fred Again.. y «Get Busy» de Sean Paul, además de otros guiños a la música en español como con Rosalía o Arca. Con esta última fue que el público del Teatro Coliseo ya empezó a mostrar de lo que era capaz. Cerca de una hora que fue de menos a más, minutos en los que incluso vimos por primera vez a Alice Glass asomada a un costado del escenario.
Y finalmente llegó el número fuerte de la noche. Algunos minutos pasadas las 22:00 hrs. y vestida completamente de negro, la voz emblema de aquella electrónica oscura y lo-fi apareció frente al par de miles de personas que llegaron al recinto de Nataniel Cox. Una lluvia de gritos fue acompañada de un agolpamiento de gente cerca de la reja, afortunadamente sin problemas para las personas ahí presentes.
Esta fue la primera visita de Alice Glass con su nombre y no de la mano de Crystal Castles, ya contando con una carrera solista que es capaz de sostenerse por sí sola. Esta contó con varios cambios, acercándose ahora un poco más al electro-pop en lo sonoro y a una puesta que valora la cercanía en vez de simplemente quedar absorta con su propia música, solo cantando y bailando. Ahora va un poco más allá de ese nihilismo con el que se subía a cantar a comienzos del milenio, sonríe y más.
Ya cerca del comienzo lanzó uno de sus grandes éxitos de los últimos años: «Forgiveness», canción que forma un tipo de puente entre lo que la llevó a la fama y este nuevo rumbo. Su voz sigue sin diferencias desde lo que fueron sus primeras visitas al país, mostrándose dulce a ratos y en otras cayendo en sus característicos gritos cantados, uno de los sellos de sus composiciones.
Si bien se podría esperar que su show contara con más guiños a su ex agrupación, fueron pocas las canciones de aquel periodo que sonaron por los parlantes. La primera de ellas, «Celestica», mostró el arrastre que tienen estas canciones. Llamativo fue que esto ocurriera en un público mayoritariamente joven, veiteañero, que quizá llegó un poco después del momento de más fama que alcanzó el dúo con Crystal Castles y Crystal Castles II.
«Blood Oath» y «Without Love» fueron otras de las que movieron al público antes de la llegada de uno de los clásicos de la cantante con «Alice Practice», uno de los puntos altos de la noche sin duda. Sus acercamientos al borde del escenario no eran de extrañar, considerando que hasta hace algunos años Glass era de subirse a la reja, sumando algo más de adrenalina a un espectáculo que solo con la música ya te mantenía en movimiento.
Iba cerca de una hora cuando el número de canciones ya superaba la docena. «Stillbirth» y «Cease & Desist» también aparecieron en el set, con una Alice Glass ya visiblemente cansada tras cantar, saltar, bailar y moverse por todo el escenario jugando con el cable de su micrófono. Así, tras «Night Stalking», la artista salió rápidamente del escenario hacia el backstage para tomar un respiro.
Menos de dos minutos después volvió para el último hit de la noche: «Love and Caring». Con sus samples en 8-bit y una voz con efectos que se mezcla como un instrumento más, Glass terminó de confirmar que lo suyo es pasado y presente por igual. Puede subirse y revivir las canciones que la posicionaron dentro del género o mostrar lo nuevo, pero en ninguno de los dos casos se pierde lo importante: su voz y desplante sobre el escenario.
En total fue poco más de una hora, minutos que a ratos se sintieron más cortos por la intensidad de lo mostrado y por las ganas de escuchar una canción tras otra. El paso de Alice Glass deja un gusto más que dulce al ver que todavía mantiene todas esas características que la elevaron como la voz principal de aquel subgénero de la música electrónica, aquel que llevó a grandes festivales y del cual sigue siendo rostro, ahora usando su propio nombre.
Alice Glass
Fecha: 03/11/2023
Lugar: Teatro Coliseo
Productora: Transistor
Fotógrafo:
Periodista: Samuel Fuentes
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