FOTOS | Christina Rosenvinge: Fidelidad de un público que no destiñe

Por Catalina Ruiz Ravello

En 1992, la cantautora, músico y escritora española Christina Rosenvinge irrumpía en la industria, junto a Los Subterráneos, gracias al álbum Que me parta un rayo, el que la posicionaría dentro de los grandes nombres de la música iberoamericana de ese entonces.

Casi 30 años después, los jóvenes chilenos de aquella época, más otros que descubrieron a la artista luego del boom de su fama, lograron revivir a cabalidad las diversas emociones que les generó en su momento el mencionado disco, a través de cada canción que sonó en el Teatro Coliseo.

Una hora con casi treinta minutos duró el show, el cual no sólo contempló un recorrido a cabalidad de Que me parta un rayo, sino que también contó con la interpretación de otras pistas que han marcado la extensa carrera de la europea, quien no tuvo problemas en compartir a ratos la historia detrás de sus composiciones.

«Tú por mí», fue la elegida para abrir la jornada, entregando una carga de entusiasmo al público que no dudó en dar una calurosa bienvenida a la artista; seguida por «Tengo una pistola» y la clásica «Alguien que cuide de mí». Posteriormente, la disfrutada «Ni una maldita flor», «Pulgas en el corazón» y «Señorita» (la única canción que Christina Rosevinge no ha escrito en su trayectoria), dieron paso a «La suela de mis botas».

Luego vinieron «Mil pedazos», la cual llegó con una modificada melodía que potenció la melancólica letra de una de las piezas musicales de desamor más reconocidas de comienzos de los años 90, y cuya interpretación se coronó un potente mensaje por parte de la cantautora, quien invitó a todo el público a repetir con ella: «si te hace sufrir, no te merece»; junto a «Yo no soy tu ángel» y la inolvidable «Voy en un coche».

Tras la celebración del trabajo que lanzó a Christina al estrellato más allá de las fronteras de su país natal hace tres décadas, la artista trajo al escenario “Mi habitación”, “Pálido”, “Negro cinturón”, “La distancia adecuada” y “Ana y los pájaros”; mientras que para el cierre la elegida fue “Anoche (El puñal y la memoria)”, cuya interpretación incluyó la participación de dos animados fanáticos escogidos entre el público.

En medio de calurosos aplausos, vítores y rostros de satisfacción de los presentes, la española se despidió de su fiel público con la invitación a disfrutar de una fiesta posterior, de la que quizás nunca se conocerán detalles, ya que el compromiso para su disfrute era guardar los celulares, no pedir autógrafos y que todo lo que allí ocurriese no saliera de las paredes del recinto de Santiago Centro.