Cuando se supo que P.O.D. volvería a Sudamérica como parte de Knotfest en Brasil, se abrió el apetito de tenerlos nuevamente en estas tierras. Ya habían pasado varios años desde que Sonny Sandoval y compañía llegaran a este país que algo tiene con el nu-metal y otras corrientes de comienzos de los 2000. Saber que no estarian en la versión nacional de aquel festival fue un pequeño golpe, pero afortunadamente en poco tiempo se supo que igualmente llegarían al Teatro Cariola.
Anoche, un par de meses después del anuncio, se concretó este retorno y de qué forma. Eso sí, antes de llegar a aquello, la tarde nos tenía preparados dos números para calentar el ambiente. Los primeros fueron los ariqueños de Sinkarma, grupo que mostró parte de su material que se mueve en una mezcla de numetal, djent y otras corrientes afines.
Con una guitarra de siete cuerdas que en algo hacía recordar a Stephen Carpenter, dejaron bastante satisfechos a los fanáticos que ya se agolpaban en la reja del recinto de San Diego. Todo esto recién cerca de las 20:00 hrs., con mucha gente recién llegando al teatro frente a un show anunciado para dos horas después.
Todos Los Muertos fue la siguiente agrupación en tomarse el escenario. Nacidos en México, aseguran no pertenecer a ningún país con un mensaje que busca aunar varios de los dolores de los países de América Latina. Con algunos guiños al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, como su estrella roja o el pasamontañas de Juan Heäds, se fueron por un camino que asegura el éxito en Chile: una mezcla de Sepultura y Brujería.
Esta influencia incluso estaría marcada por un pequeño homenaje con el grito de «Matando Güeros» en memoria del recientemente fallecido Juan Brujo, emblema del metal en español. De la misma forma, también sorprendieron sumando parte del clásico argentino «Abarajame» de Illya Kuryaki and the Valderramas. Rápido, potente y efectivo lo de los norteamericanos.
Después de cerca de una hora de música, media para cada agrupación, tuvimos un tiempo de descanso. La temperatura ya estaba varios grados más alta, con el sudor apareciendo en varias frentes mientras el equipo técnico terminaba todos los detalles. Ya cuando se pegaron los setlist en el suelo, se sabía que todo comenzaba. Los gritos no se hicieron esperar cuando, poco después de las 22:00 hrs., nos californianos salieron al escenario. Eso sí, fue una salida algo en falso, ya que estuvieron algunos minutos en pausa antes de que la música iniciara.
«Drop» y «I Got That», dos de su último disco Veritas, fueron las que abrieron su set. La gente inmediatamente se entregó, un público de una generación súper marcada donde las poleras de Korn y Deftones se repetían bastante. Al igual que con las recién mencionadas, la atmósfera que se genera hace que instintivamente todas las canciones se salten, griten y cabeceen. La juventud aparece y letras como «I ain’t never scared» se repiten como mantras.
Si ya con las canciones nuevas la parte frontal del público ya reaccinó bien, con los clásicos sería todavía más. «Set It Off» y «Boom» demostraron la capacidad pulmonar de la gente. Cada «Boom» se gritaba con unas fuerzas contenidas de años, a ya más de dos décadas desde que aquel video pasaba seguido por MTV, con Sandoval colgándose de aquella energía para acercarse al público y darle esa cercanía que tanto se añora.
Lo bonito estuvo en que aparecieron todas esas cosas que hacen un show único. En un momento, un niño llegó al escenario tras estar en los hombros de su papá, un lindo momento intergeneracional que también da un baño de realidad con el paso del tiempo. Eso sí, sobre el escenario eso no se notaba mucho. La mezcla entre su ropa, la iluminación, sus dreads y movimientos hacían sentir al Sandoval de actuales 50 años como un treintañero más.
Otro fue con la aparición de dos canciones que no estaban en el radar de la agrupación últimamente. Una de ellas, «Circles», entregó otra versión menos agresiva y más introspectiva. La otra fue uno de los clásicos de comienzos de los 2000, canción que tuvo el privilegio de ser parte de una de las sagas más exitosas de la ciencia ficción como es Matrix: «Sleeping Awake». Para sorpresa del mismo vocalista, el público la conocía y la cantó de comienzo a final, agradeciendo el debut de este tema en Santiago después de varias presentaciones.
Tal como lo dice el título de la canción, los cerca de 90 minutos con P.O.D. fueron como soñar despiertos. Fue un viaje directo a comienzos del milenio, en especial con el cuarteto dejando de lado sus primeros discos desde Snuff the Punk (1994) a The Fundamental Elements of Southtown (1999).
Lo que parecía ser el cierre con «Afraid to Die» siguió rápidamente con el anuncio de que se vendrían dos clásicos por parte de su guitarrista Marcos Curiel. Esta última parte vendría con lo que sería prácticamente un karaoke: «Youth of the Nation» y «Alive». Durante esta última el público elevó y llevó hasta al escenario a un fanático en silla de ruedas, con Sandoval recibiéndolo para incluso entregarle el micrófono.
La letra de corte religioso algo de tintes liturgicos dio al final del show, un coro de cientos de personas frente a una canción que se instaló en una generación que enfrentó una barrera idiomática mucho más grande que la actual. A pesar de no sentirla de la misma forma espiritual que Saldoval, los gritos de «I feel so alive, for the very first time, I can’t deny you» inundaron un Cariola que aguantó todo.
El retorno de P.O.D. deja una agradable sensación, como la visita de un amigo que no se veía hace mucho. En un buen sentido, hasta lo nuevo sonaba a viejo, logrando lo que todos esperábamos de un show así: dolor de piernas de tanto saltar, garganta sensible de tanto gritar. Los años pasan, pero todos podemos ser jóvenes por un rato más.
P.O.D.
Fecha: 16/10/2024
Lugar: Teatro Cariola
Productora: Chargola Prod.
Fotógrafo:
Periodista:
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