Sergio Feferovich: «Me gusta mucho el orgullo que tienen los chilenos de ser chilenos»


El argentino Sergio Feferovich anunció la llegada de su nuevo espectáculo «La música de las ideas» al Teatro San Ginés, show que realizará el próximo 4 de septiembre.

En este espectáculo repasa obras clásicas y contemporáneas en el piano, esto junto a una dinámica interactiva con el público para también saber de sus formas de llegar a las ideas.

A poco de esta presentación, en AgendaMusical pudimos conversar con Feferovich sobre lo que será este show y mucho más.

AgendaMusical: Lo primero que te quería preguntar era sobre una cuña, sobre que la inspiración puede llegar en cualquier momento. ¿Tú recuerdas cómo fue ese momento en que llegó a tu cabeza esto que se plasma en el show?

Sergio Feferovich: Mira, básicamente empezó… no sé cuán larga puede ser la respuesta. Yo dirigí en Honduras la Orquesta Sinfónica Nacional y cuando estaba en Honduras hacíamos conciertos semana por medio y me acuerdo que el ensayo general era casi como el concierto, pero con los músicos vestidos informalmente y por ahí podía parar en algún momento, corregir algo.

Entonces era básicamente un concierto. Me pareció eso un desperdicio de recursos. Entonces ahí hablé con el Ministerio de Educación de Honduras y le dije «¿por qué no llevan a los chicos de escuelas públicas o de escuelas privadas para ver el ensayo general?». A partir de ahí surgió esta costumbre que todas las mañanas antes del concierto oficial, formal, los chicos de escuelas iban a ver y explicaba un poquito las obras y los chicos las recibían muy bien. Ahí dije «bueno, el día que vuelva a Argentina voy a implementar esto». Cuando volví a Argentina empecé a dirigir una orquesta y les dije de hacer algo didáctico. Eso se transformó en una obra de teatro que se llamó «La Vuelta al Mundo en un Violín» y que tuvo muchos premios.

Y a partir de «La Vuelta al Mundo en un Violín» me vio gente de TEDx de La Plata, de las chalas TED y me convocaron para hacer una charla y se llamó «La música de las ideas». Digo esto porque no sé si fue algo, una inspiración concreta, pero fue un proceso que se fue dando que empezó con esos conciertos didácticos en Honduras y que terminó en este espectáculo que hoy es una especie de resumen de toda esa historia. A partir de ahí empecé a jugar con la música y se transformó en este espectáculo que ofrecemos acá en Santiago.

AM: Esta música se suele consumir muy pulcra, muy limpia, ¿cómo fue este encuentro de los niños con esos ensayos donde habían errores?

SF: En general los chicos reaccionaban muy bien. Yo soy docente de música de toda la vida y siempre me gustó mostrar la música de un aspecto más humano, de un aspecto más terrenal. Esa cosa de los genios, escribían inspirados y nada más. Simplemente con lo que escribían porque pensaban que tenían su familia y que tenían sus obligaciones y su trabajo. Y como los chicos no saben si es música clásica o popular o lo que sea, saben si les gusta o no y en general les gustaba.

Aparte ver un orquesta en vivo era un estímulo muy fuerte para ellos. Así que realmente respondían muy bien. Los que tenían problemas eran los adultos. Me acuerdo que en uno de los primeros conciertos didácticos que hicimos la directora me miró con cara casi como de asco diciendo «¿ustedes van a tocar música clásica?». Yo dije sí, vamos a hacer eso. «Bueno, cuéntenos un poquito a los chicos y yo me los llevo», me dijo. Y yo le dije que los dejara en el ensayo, yo me hago cargo. Y la verdad que respondieron con una sinfonía de Brahms, escuchan acá el clarinete, escuchan las cuerdas, escuchan esta melodía. La verdad que los adultos a veces desvalorizamos o tenemos prejuicios acerca de la capacidad que tienen los niños de absorber las manifestaciones artísticas.

En este caso fue realmente una grata sorpresa encontrarse con esa respuesta tan conmovedora de los chicos. Chicos que por ahí están en una situación de mucha humildad, mucha pobreza, pero sin embargo que la música los y nos iguala. La música no te discrimina si vos tenés más o menos dinero o si sos un profesional o un tipo sin título universitario. Vos escuchás la música y es la misma música para todos.

AM: ¿Por qué existe tanta desconexión entre lo que se puede llamar «gente común» y la creación de arte?

SF: Bueno, es parte de la evolución e involución de lo que tiene que ver con la tecnología. Creo que las redes sociales, la tecnología, la pantalla, en cierta manera piensa por vos. Te está diciendo qué consumir y hay mucha gente que pasa scrolleando pantallas, que es una actividad que está comprobado que te baja el ánimo, te deprime. Ver redes sociales es algo que buscas específicamente, quiero ver tal concierto o tal canción de tal autor. Pero si no, uno se queda enganchado en unos shorts de YouTube o de Instagram, videítos que duran 30 segundos, que no te dejan nada y que te hipnotizan.

Me parece que muchos de los más chicos, sobre todo, tienen mucho menos tiempo por eso, porque las evoluciones cotidianas se sumó esta hiper conectividad. Vos sos muy joven, pero cuando yo era chico iba a la escuela y salía de la escuela y el contacto con los compañeros terminaba ahí. Vos ibas a tu casa y te conectabas con tu familia, veías la tele lo que podías y tenías mucho más tiempo. Y es paradójico que hoy en día, con tanta comunicación, con tanto acceso a todo, tengamos menos tiempo, porque claro, los chicos salen de la escuela y se comunican por WhatsApp y las tareas por WhatsApp y las consignas son por YouTube. Y estamos todo el tiempo ahí, en donde la posibilidad de crear, porque la creación tiene mucho que ver con el aburrimiento. Uno necesita ser creativo, pero para eso hay que tener tiempo.

Y el tiempo muchas veces se confunde y está mal… hay un prejuicio con el aburrimiento, está mal catalogado. Como yo le digo a mis coros con el bostezo. Cuando la gente bosteza, el significado que se le da es que estás aburrido, por eso bostezas. Y en realidad, uno bosteza también cuando la pasa bien, cuando está lo suficientemente relajado para bostezar. Y yo en mis coros, en mis clases, los estimulo a que bostezan. Y está muy bien. Y está bueno estimular el aburrimiento, pero cuando vos te aburrís, te surgen nuevas ideas, tenés tiempo de pensar de forma más creativa justamente. Y creo que, volviendo haciendo un círculo con la respuesta a tu pregunta, creo que hay menos creatividad porque la gente no se aburre lo suficiente.

AM: Nombraste a las redes sociales y ya nos encontramos con una generación de adultos que creció como los llamados «nativos digitales». Y también con una música asociada, como toda época asociada a una música. ¿Qué emoción a ti te genera la música actual popular que consumen los jóvenes?

SF: Mira, la música actual popular lo que tiene es una gran influencia de lo comercial. Siempre hubo un comercio con la música porque las discográficas tenían que vender, pero nunca hubo tanta diferencia entre la música que se difunde. De vuelta, cuando yo era chico había música de propaganda, música comercial, pero también las radios difundían a los Beatles o a Queen o a grupos que eran musicalmente valiosos. Hoy en día hay muy poco de eso.

Hay radios que son solamente de música comercial, que no te pasan ninguna canción que no tenga algún tipo de rédito para esa radio. Y como es música comercial, es música que debe ser consumida. Y es a veces algo equivalente con la comida chatarra. O sea, la comida chatarra no puede tener una gran elaboración porque deja de ser chatarra. Lo chatarra significa porque es algo repetitivo, es algo que usa siempre los mismos ingredientes, en general no es muy sano, pero que se consume rápido.

AM: Pero es rica.

SF: Y sí, es rica. Y la música comercial que se difunde te pega enseguida. Enseguida vos la tarareás y te la apropiás, pero no es música de una gran elaboración. De hecho, dura muy poquito como hits, como música de moda. Mis hijos me dicen, no, esa canción es vieja, de 2019, ¿entendés? Porque, claro, son tan poco creativos, si querés, que enseguida se gastan y hay que generar otra. Que son siempre con la misma receta, que hacen grandes revoluciones, pero después tenés a los Beatles que en diez años hicieron desde «Hey Jude», hasta «Ob-La-Di, Ob-La-Da», hasta Revolver, en fin… Álbumes y canciones tan distintas, con tanta evolución, que bueno, ahí… la diferencia no era en el popular o clásico, porque los Beatles fueron populares, pero era una música popular con mucha más elaboración.

AM: Coincidiendo en eso, el impacto que tiene la música en la formación y los estados de ánimo, ¿se debería abordar diferente en la formación profesional?

SF: Sí, bueno, en realidad es parte de todo un combo. La música en general está menospreciada, y en muchas escuelas, no sé, le pasa acá en Chile, pero en la Argentina, en muchas escuelas, la hora de música es la hora libre, la hora de recreo general. Cuando podrías hacer un elemento unificador, o podrías ver en música canciones que tienen que ver con la historia que estás estudiando, o con geografía, o podrías ver en música cosas, asociarlas con las cosas de educación física, en donde hay el ritmo, en fin, habría un uso mucho más abarcativo de la música.

Pero, en general, en toda la pedagogía hay una tendencia a la estratificación, ¿no? Vos aprendés geografía, yo tuve que ser adulto para darme cuenta que, mientras estudiaba la Revolución de Mayo, que es la revolución de la independencia de España en Argentina, al mismo tiempo, poquitos años antes, había sido la Revolución Francesa, pero estudiabas un año historia argentina, y otro año historia universal, si querés. Y nunca las conectabas, ¿no? Y cuando tienen, obviamente, una conexión… No sé en qué año fue la independencia de Chile, pero más o menos, ¿no? Mil ocho y pico.

AM: Sí, 1818.

SF: 1818. Bueno, en las primeras fue 1816. Así que todo eso fue producto de la Revolución Francesa. Pero nunca nadie me contó eso. Porque hay esta cosa de… Enseñamos música, solamente música. En general, cosas que se encuentran en la web muy fácilmente, cuando nació Beethoven, cuando se murió, que no es lo más relevante de una clase de música. Pero estaría buenísimo que la música fuera parte de otras materias, ¿no?

AM: Ahora también, retomando lo de la tecnología, se está ocupando bastante inteligencia artificial para hacer «arte», entre comillas. Esas comillas son parte de la pregunta. ¿Qué piensa usted sobre que se le entregue a la inteligencia artificial esta misión?

SF: Mirá, hay una obra de teatro que escribió un autor muy pobre, ¿no? Muy mediocre, en el cual uno de los personajes decía porque nosotros, los hombres de la Edad Media, no podemos permitir que el rey nos someta. Y en la Edad Media nadie decía que eran de la Edad Media, porque hacía falta una Edad Posterior moderna. Y me parece que estamos en el medio de la ola de inteligencia artificial. Es una revolución enorme. Ya se están viendo algunas consecuencias, pero no sabemos.

Es como decimos nosotros, los hombres de la Edad Media de la inteligencia artificial. ¿Cuál será la Edad Moderna? ¿Cómo se va a utilizar? La verdad que hay algunas consecuencias que se ven hoy, que son, por ejemplo, que ya no sirve más la evaluación escrita. La única evaluación que realmente uno pueda hacer como alumno es oral. Donde puede explicarme sus palabras. Porque si no, nunca sabes qué hizo y qué usó inteligencia artificial. También otra consecuencia que se ve es que ya no puedes creer ni en los videos. O sea, yo te puedo hacer un video con tu cara, con tu voz, con todo lo tuyo, diciendo cualquier cosa. Diciendo lo que yo quiero que digas. Entonces, esas son consecuencias que se ven palpables. Ahora, ¿cómo se va a desarrollar eso? ¿En qué se va a transformar? La verdad que todavía no sabemos. Sí que en arte, como todo, es una gran fuente de inspiración, puede ser. Pero también puede ser una gran fuente de plagios y de peligro. Habrá que ver cómo lo usamos.

La inteligencia artificial siempre va a ser otra cosa. No va a ser… O sea, vos podés escribir tu canción, podés hacer que la inteligencia artificial la escriba, pero no va a ser tuya. Esa sí es una gran diferencia. Pero que podés escribir canciones mucho mejor que vos y que yo, eso seguro. Te entrega patrones súper simples, pero a veces no te das cuenta que son tan simples. A veces los combinan de una forma tan sofisticada que cuesta saber cuál es la diferencia. Si es humano o no.

AM: Pensando en gente agrupada, cantando al mismo tiempo, de lo que más se viene a la cabeza es fútbol. Como argentino, ¿cómo sientes tú la relación música y fútbol? Y también, ¿es el fútbol en sí un arte?

SF: Sí, sí. Bueno, digamos, creo que el fútbol tiene algo de artístico. De hecho, cuando ves jugar a los grandes jugadores, hacen como los grandes instrumentistas, por ejemplo. Lo hacen ver fácil, ¿no? Cuando yo veo jugar a Messi, da la sensación de que cualquiera podría hacer eso, porque lo hace fácil, ¿no? Y lo que pasa en los estadios es justamente mostrar que la música, el canto, es algo que nos atraviesa a todos. Y la gente expresa su alegría y su aliento cantando, y cantando todos juntos, y cantar en comunidad. Es algo que te hace, que enfatiza mucho tu sensación de pertenencia, ¿no?

Y eso genera justamente mucho bienestar, porque uno de los grandes problemas y malas de nuestro tiempo es la soledad. Todos nos sentimos en algún aspecto solos. Y cuando vas a un estadio y cantás con 5.000 personas o 10.000 personas la misma canción, vitoreando al mismo equipo, y gritando el mismo gol, sentís que esa soledad que es inherente al ser humano, en cierta manera se aplaca un poco. Entonces, es una forma, obviamente, de pasarla bien, pero también de amortiguar un poco estas sensaciones que tenemos los humanos, que estamos acá de paso, estamos solos, tratamos de ser trascendentes de alguna manera, pero no siempre lo logramos. Me parece que está bueno ir a la cancha, está bueno cantar, está bueno hacer música en conjunto.

AM: ¿De algún equipo?

SF: Yo soy independiente, me da un poco de pena, porque yo era el tipo que era un equipazo, pero lamentablemente…

AM: Con las tres Libertadores en los 70, ¿no?

SF: Claro, las siete Libertadores en total. O sea, era la época donde el independiente era el mejor de todos, pero aparte de una institución muy sólida, con la economía sana, y bueno, el tiempo lo fue cambiando. Y ahora, bueno, no sé qué pasa acá en Chile, pero en Argentina el fútbol se transformó un poco en… lo mismo que pasa en España, ¿no? Donde hay dos, como River y Boca. Tienen mayor cantidad de socios, mayor hincha, mayor poder adquisitivo, mayor economía, entonces compran a los mejores jugadores y se están distanciando del resto. Siempre hay algunos que le hacen un poco de fuerza, pero en general River y Boca son los que pelean los títulos, ¿no?

Y es una pena, no se democratice más la competencia, como se hace en la NBA. Viste que en la NBA, en el básquet, el que queda último es el primero que elige en el draft, ¿no? Entonces me parece que es una buena forma de equiparar. Incluso los que ganan, no se divierten, ¿no? Porque es como vos jugar al fútbol con tu sobrina de 5 años, ganarás siempre. Y, pues, es la diversión.

AM: Volviendo un poquito al arte, ¿a qué música le recuerda Chile?

SF: Y Chile me suena mucho a la música de los Andes, ¿no? Música que está en las montañas acá. O sea, la montaña atraviesa todas las geografías. Que es distinto a lo que pasa en la Argentina, donde hay mucha más llanura, muchas más zonas de pampa húmeda, como se dice. Entonces me suena mucho, por supuesto, Víctor Jara, Violeta Parra, pero además de eso, no sé, la quena, los instrumentos autóctonos, sobre todo en la zona del norte, los que más asocio con la música chilena.

AM: ¿Y cómo ha sido su experiencia con Chile en el pasado? Porque no creo que esta sea la primera visita.

SF: No, no es la primera visita. De hecho, estuve el año pasado dando una charla para una empresa, para un congreso de minería acá en Chile. Y la verdad que los chilenos son gente encantadora. Me han tratado muy bien, son muy amables. Me gusta mucho el orgullo que tienen los chilenos de ser chilenos. Porque eso, en el fondo, muestra un amor por su propia patria que no sé si los argentinos tenemos, por ejemplo. Los argentinos somos muy críticos de nuestro país. Estoy hablando seguramente sin saber demasiado, porque no conozco tanto la idiosincrasia chilena. Pero me parece que hay una cosa muy bien de «nosotros los chilenos». Y está muy bien que sea así, porque hay que defender lo propio, hay que estar orgulloso de nuestra cultura. Y tienen más de un motivo para estar orgullosos. Yo sé que mi experiencia con Chile, con los chilenos, ha sido siempre fabulosa. Y, bueno, espero que este miércoles en San Ginés también lo sea.

AM: Y, finalmente, ¿qué mensaje le quieren enviar tanto a las personas que van como a aquellas que están indecisas para todo allí?

SF: Mira, a los que van, que va a ser un placer encontrarlos en el teatro. Y a los que no van, les digo que si pueden, se regalen una experiencia distinta. Incluso para que después digan, bueno, no me gustó. No puede ser que no me guste. Pero me parece que son momentos donde uno vive y si tiene la posibilidad de hacerse un pequeño regalo en algún momento, en algún rato de pasarla bien, me parece que hay que hacerlo. Porque para eso estamos, ¿no? Para disfrutar. Entonces, quienes están indecisos, y pueden, pero bueno, los estimulo para que vengan al teatro porque fue, supongo, por la experiencia de otros teatros que la van a pasar muy bien.


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