The Hives en Chile: Canciones peligrosas


Por algún motivo, sin hacer tanto ruido The Hives igual mantiene una base sólida de fanáticos en Chile. Como decían en la introducción al show que tuvo como origen la celebración del aniversario de Rockaxis, fue un grupo que apareció en un momento decisivo para muchos adolescentes. En ese tiempo, de mp3s y programas de descarga, aparecieron los suecos como uno de los tantos grupos de garage rock de la época, pero se supieron quedar.

Antes de continuar con los europeos, fue Alectrofobia la banda que se encargó de abrir la jornada. Con un potente rock, el trío de Temuco aprovechó que parte importante del público llegó temprano para mostrar parte de su catálogo con canciones como «Cómo no me va a doler» o «Rutinas».

También aprovecharon el escenario para, entre otras cosas, dedicarlo a la memoria del fallecido vocalista de los BBS Paranoicos, Omar Acosta. Tras poco más de media hora, el trío se despidió dejando un muy buen gusto, ayudando a que la hora avanzara rápido para el reencuentro del público de esta parte del mundo con los Hives.

Y cerca de la hora pactada, las luces se apagan y los gritos llegan. Se ve una luz aparecer en el pasillo que da al escenario del Teatro Caupolicán y el público explota. Ya sabiendo lo que se avecina, la masa de gente se empieza a mover y la temperatura a subir mientras suena la marcha fúnebre. Parece extraño, pero ahí hace completo sentido.

Es que la visita está enmarcada en la promoción de The Death of Randy Fitzsimmons, su último disco y el primero en cerca de una década. Esta «muerte» también es un guiño a ese tiempo transcurrido, donde hubo cambios como el ingreso a la agrupación de The Johan and Only en el bajo tras la salida del Dr. Matt Destruction.

El inicio con «Bogus Operandi», primer single de aquel reciente álbum, fue una muestra de que el espíritu sigue completamente intacto. Con la rapidez y potencia habitual, pasó como una tromba para luego golpear con otra igual o más potente: el clásico «Main Offender». Desde allí el caos ya se apoderó de la cancha del Caupolicán, donde los gritos y saltos se hacían más y más frecuentes al acercarse al escenario.

Las fuerzas sobre el escenario también se dividían. A la derecha, Nicholaus Arson se paseaba al límite con el público a cada rato, mientras que a al izquierda el ya nombrado The Johan and Only y Vigilante Carlstroem mantenían algo más la distancia. Al centro, y también en plena frontera con la reja que aguantaba a los miles empujando, se situaba el incombustible Howlin’ Pelle Almqvist. De verdad no se nota que fueron casi nueve años desde su última visita.

Como si fueran imánes, cada acercamiento con el público generaba olas que movían a prácticamente todos los que se atrevían a soportar aquellos empujones. De todas formas, esta es parte de la experiencia de ver a los suecos, quienes propiciaron este escenario con éxitos como «Walk Idiot Walk» o «Hate to Say I Told You So».

El show fue contundente y prácticamente sin pausas, nada más para que Almqvist tuviera momentos de humor gracias a su rústico español y el resto pudiera coquetear con la audiencia en un ida y vuelta, con regalos de lado y lado. A ratos se notó que el setlist tenía momentos más bajos, algo normal con canciones que recién aparecen en los setlists de la banda, pero siempre cumplía lo que el frontman prometía: canciones peligrosas.

Y no peligrosas en cualquier sentido, sino en el de que muchas veces se salta pensando que se tienen 10 o 15 años menos, que los empujones no causarán nada o que llegar a la reja es posible. Ver a los Hives es también volver en el tiempo, sacar energía de cualquier lado y responder a las peticiones que vienen del escenario como si fueran la última vez.

Tras «Countdown to Shutdown» y una breve salida del escenario, el encore comenzó con la explosión de «Come On!» para luego cerrar con «Tick Tick Boom», donde también se aprovechó de repasar a cada miembro de la agrupación, cada uno tan transpirado como los que estaban apretujados en cancha.

Poco más de 75 minutos que dejaron con ganas de más. No aparecieron algunas como «Two-Timing Touch and Broken Bones» o «Die, All Right!», pero entendible que quedaran fuera cuando la idea era mostrar lo nuevo. Parece que la banda se dio cuenta de eso, porque más de alguna palabra se dedicó a que volverían pronto. Cada visita seguirá siendo un éxito, no siempre se puede compra un pase para regresar a algunos de los mejores momentos de la adolescencia.


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agendamusical

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