Fotos de Pharmakon en el Club Mamba: 3 de septiembre


Pharmakon
Fecha: 3 de septiembre de 2015
Lugar: Club Mamba
Periodista: Carlos Navarro Acosta – @c_navarroacosta (Rockaxis)
Fotógrafo: Eugenia Fuentes

Desconocemos cómo Pharmakon llegó a telonear a Swans durante el 2014. Pudieron ser muchas las posibilidades: decisión de productores, opción de casas discográficas o, es probable que, de algún modo, los de Gira hayan visto en Margaret Chardiet una especie de flashback de esa naturaleza tan radical que existía en los inicios de su banda, en pleno final de los 70 y principios de los 80, años gobernados por las extremistas posturas del industrial y el no wave, las cuales inspiran a esta rubia mujer. Como sea, abrir a ese monstruo es un dato no menor y demuestra el lugar que tiene dentro de la escena industrial noise.

Lo de anoche fue esencialmente caótico, también violento y confuso. Algo desencajaba en el ambiente, como si fuese una manifestación física de lo que se escuchaba. El solo hecho de que el escenario natural del Club Mamba no haya sido ocupado como tal ya descolocaba un buen tanto, produciendo que la placentera incomodidad musical se torciera aun más, e incluso aumentara producto que el escenario se encontraba en un pequeño rincón en el cual se dificultaba la mirada, impregnando todo de un misterio denso y siniestro, que se intentaba desenredar entre voces etéreas y sonidos apocalípticos.

Tres excelentes y viscerales álbumes del estilo precedían a la presentación de anoche: su disco homónimo (2009), “Abandon” (2013) y “Bestial Burden” (2014), estos últimos con el muy interesante sello Sacred Bones, en los cuales recrea una evolución del sonido industrial de Throbbing Gristle y SPK, así como también, una herencia de Whitehouse y su power electronics, y finalmente, esa esencia de confusa y rabiosa locura que se percibía en los primeros trabajos de los ya citados Swans.

Y esa mezcla de sonidos electrónicos fue la que se percibió anoche, comenzando con un dark ambient con voces etéreas, para proseguir con sonidos cercanos al drone con los cuales la presentación se transformó en performance: Pharmakon, vestida de un resuelto negro, se cruzó micrófono en mano en varias oportunidades entre el público presente, gritando brutalmente o realizando algo similar al spoken word, incluso parecía por momentos que encaraba a alguna víctima que la miraba más bien asustada e invadida.

Los sonidos provocados por su Korg Microsampler y por lo que pareciera un Behringer Eurorack MX en alguna versión, se fueron volviendo más violentos conforme avanzaba la noche, generando las particulares marchas propias del estilo, pasos que van machacando las atmósferas. La incomodidad existencial se presentaba dañando los espíritus. Lo maloliente de la vida exhalado en cada grito. Los sentimientos desalojados por la normalidad por fin se veían reflejados en cada demencial beat, sin miedo y encontrando recepción en aquellos que también veían en Pharmakon una especie de virgen del desagrado y del injusto desecho social de lo anormal.

Cada sentimiento es válido por el solo hecho de existir, por el solo hecho de ser un efecto o más bien, en este caso, un defecto de lo humano, y por tanto, cada sensación por horrible que sea, requiere ser liberada. Esa es una de las verdades del arte. Desechar el ruido, desechar la molestia es olvidar a El Bosco o a Francis Bacon, es no observar a Bergman o a Lars Von Trier. No escuchar a Pharmakon, es no escuchar al hombre que se aloja al borde la humanidad y de la razón. Un personaje que, aunque críptico, es también milagroso. Un privilegio y placer de pocos. Todo existe, todo merece ser manifestado.

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