Lollapalooza Chile, día 1: Sorpresas buenas, otras no tanto


Con una alta convocatoria partió la edición 2023 de Lollapalooza Chile. La baja de artistas a último momento, algo ajeno a la producción pero que golpeó incluso con el cambio de uno de los headliners, algo de suspicacia levantó respecto de la convocatoria, pero el viernes sorprendió.

Desde temprano, con las presentaciones de Sofía Gabanna y la colombiana Elsa y Elmar ya se encontraban varias miles de personas en el Parque Bicentenario de Cerrillos. Al menos desde las necesidades del año pasado, se notaron varios cambios. Las separaciones en la cancha cuentan con más espacio, permitiendo maniobrar mejor a sus equipos de seguridad. Lamentablemente eso se puso a prueba al final del día.

El agua, con temperaturas cerca de los 30° gran parte del día, era más que necesaria y en ese sentido se cumplió por mucho. Prácticamente todos los escenarios contaban con botellas de agua y gente dedicada a aquel servicio. Esto se necesitó bastante en el Escenario Axe, donde directamente la gente se encontró con suelo de tierra y varias piedras sueltas, en una nueva ubicación producto de la redistribución de los escenarios. Peligroso. Si bien desde este se escuchaba lo que pasaba en simultáneo en el Perry’s Stage, no alcanzaba a incomodar.

Volviendo a los escenarios grandes, uno de los artistas del momento estuvo en el Costanera Center Stage: Pailita. Si bien no era su primera vez en el festival, participando del show de Marcianeke del año pasado, ahora tuvo un bloque completo para presentar los éxitos que cosechó durante prácticamente todo el 2022.

Después de un inicio completamente de blanco junto a su equipo de baile, llegó la vuelta de mano: con una polera de la selección con el 1 en la espalda, el autor de «Dímelo ma» apareció en la tarima prendiendo a un público que fue de menos a más.

El tránsito de visitas siguió con Young Cister y las canciones «Caminemos de la mano» y «Llámame bebé», pasando luego a un momento que incluyó una versión en solitario de «ULTRA SOLO». El cierre con «Na na na» junto a Jordan 23 y «Parcera» alcanzaron justo en los 45 minutos agendados, tiempo muy bien aprovechado, pero que partió demasiado tibio en comparación a otras ocasiones.

Ya llegando a la tarde, en el Escenario Axe, apareció una banda que no se encontraba en el radar de muchas personas: Hot Milk. Si bien desde el comienzo tenían un grupo fiel pegado a la reja, el show fue una incógnita para muchas y muchos. Un cuarteto, que rápidamente aprendimos que era de Manchester, con una formación clásica de dos guitarristas, un bajista y un baterista, habría que ver qué podían hacer.

Pudimos ver la segunda vez en vivo de su nueva canción «Bloodstream», «I JUST WANNA KNOW WHAT HAPPENS WHEN I’M DEAD» y «Wide Awake» y una decena de canciones más que se ganaron al público en base a carisma, buena onda y cercanía. Bastante jóvenes y con una energía que pasaba por influencias que van desde Green Day a Patti Smith, los ingleses sorprendieron a los miles que aguantaban la polvareda que se levantaba por el suelo sin protección.

Hot Milk es una de esas bandas que difícilmente llegarían a Chile de no ser por participar en un festival de este tipo. Afortunadamente, tanto para ellos por la exposición como para nosotros, lo lograron. Un revival del pop-punk que también tiene espacio tanto para el metalcore como para guiños electrónicos.

Una de las bandas con más años sobre los escenarios que llegó a esta edición de Lollapalooza fue Modest Mouse. Liderados por el particular Isaac Brock, los norteamericanos mostraron un set que desde el primer momento marcó diferencias por su sobriedad.

Un show hecho pensado en un festival de un país al que asistían por primera vez, con la dificultad de tener tres décadas sobre los hombros para elegir canciones. Al menos manos no faltaban, con varios de los miembros cambiando de lugar durante las canciones, pero siempre con Brock al centro, sea con guirarra o con un banjo que a ratos tuvo algunos problemas de audio.

También complicado para una banda que puede incluso ser considerada de nicho, ya que además de alguna canción -como «Dashboard»– no cuentan con ningún hit radial o de redes sociales, como ocurre con varias en TikTok durante estos tiempos.

Con su particular humor, que él mismo retrató como una mezcla de amabilidad y sarcasmo que hace irreconocible el separarlos, se ganó al público con más talento que otra cosa. Incluso se dio el lujo de tocar su guitarra con los dientes, a la usanza de las viejas glorias del rock.

Si bien también tuvo algunos detalles técnicos, como las segundas voces totalmente inaudibles en algunas canciones y una melódica que no se escuchó nunca, el grupo dejó más que satisfechos a aquellos que los esperaron por largos años. Otro milagro de Lollapalooza.

Desde el rock nacido en los 90 nos pasamos a una de las artistas más importantes de la actualidad: Kali Uchis. Contar con un nombre así ya es un acierto, ya que -tal como ella misma lo comentó- llevaba un tiempo sin pisar un escenario y este pintaba como el lugar perfecto.

Con una sensualidad que florece sin tener que sobreexplotarla, la colombiana-norteamericana rápidamente cautivó al público solo con su presencia. Comenzar con un hitazo como «telepatía» solo aceleró todo. Desde ahí en adelante, fue solo disfrutar, como con su participación en «See You Again» de Tyler, The Creator o el cover a «No lo trates» de El General, clásico de tierras latinas.

Y ese es un punto llamativo: Kali Uchis irradia una multiculturalidad que explica cómo ha encajado bien ante tantos públicos distintos. Su puesta en escena, apoyándose en lo cautivadora que es, tiene mucho sabor latino. De ahí que no solamente lo aplique a sus canciones, sino que lo comparta directamente con el público al jugar con distintos sonidos del reggaetón old-school como con su propia versión de «Pobre diabla» de Don Omar.

Ya con el atardecer encima y un show prácticamente sin pausas, la artista dejó para la posteridad un espectáculo que contó con el debut en vivo de varias de las canciones de su último disco. Desde ya se hace necesario un retorno en solitario para ella, donde pueda profundizar en esta relación que ya partió con el pie derecho.

Si es por estar en la ruta de la sensualidad, el siguiente en la lista hace muchos méritos para estar ahí: Lil Nas X, uno de los raperos más aclamados del último tiempo, llegó al escenario Banco de Chile para también debutar en estas tierras.

De blanco, como dirigiendo su propia secta, se plantó con una personalidad impresionante para sus 23 años. Allí, gracias tanto a su potente voz como a sus pasos de baile, se echó al público al bolsillo muy rápido. Comenzar con «MONTERO (Call Me By Your Name)» fue una apuesta arriesgada, tirar el hit más conocido puede ser una receta para dejar la vara muy alta recién comenzando, pero lo hizo solo por la confianza que tiene en su show. Y vaya que confianza.

Si bien cuenta con un solo disco de estudio a su haber, la puesta en escena que entrega justifica completamente su posición en el cartel. El cuerpo de baile apoya toda la teatralidad del rapero dentro de una escena que constantemente lo mantiene con la responsabilidad de ser el centro de atención. Esto se incrementó en la segunda parte del show, luego de su cambio de ropa, manteniendo lo sugerente en cada momento.

Lil Nas X cuenta con una personalidad propia que le ha valido un reconocimiento a nivel mundial, pero a ratos se le escapan las influencias que lo construyeron. Tuvo un breve momento de homenaje a Michael Jackson, mientras que en otros afloraban gestos que hacían recordar a Prince. Una mezcla de grandes talentos de la música negra, ahora en las manos de un joven que levanta la bandera del orgullo con una potencia que hace cinco años hubiese sido inimaginable. Un acierto.

Lo ideal hubiese sido terminar el día con la headliner del primer día, Billie Eillish, pero fue casi imposible. Los problemas de audio en el escenario Costanera Center provocaron que solo las personas más cercanas al escenario fuesen capaces de escuchar. Para quienes estaban más atrás, solo veían a la cantante moverse de un lado a otro en sus características ropas anchas, pero sin diferenciar entre canción y canción más que por los gritos de quienes estaban pegados y pegadas a la reja.

Así, el éxodo comenzó. Algunas personas eligieron a Rise Against, que con su potencia atrajo al público más grande hasta el momento en el Escenario Axe. Otras fueron incluso más lejos, al Perry’s Stage, para disfrutar la música electrónica de Claptone. Incluso otras aprovecharon de salir para evitar atochamientos. Más allá de sus destinos, fue una cantidad no menor, algo que empañó levemente el cierre de un día que iba viento en popa. Ojalá los problemas de audio estén solucionados para el día siguiente, para sumar más sorpresas positivas y dejar atrás los inconvenientes.

Fotos: @vane_marisopa / Producción Lotus


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agendamusical

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