Steven Wilson en Chile: Como uno más en su casa


Steven Wilson
Fecha: 23 de Mayo de 2018
Lugar: Teatro Caupolicán
Productora: Trucko – StgoFusion
Fotógrafo:  Ramón eMe Gómez
Periodista: Samuel Fuentes

Steven Wilson, ex líder de Porcupine Tree, se presentó el pasado miércoles en el Teatro Caupolicán en el marco de la celebración de los 10 años de vida de Santiago  Fusión.

Ante aquel escenario, Wilson hizo lo que mejor sabe hacer: Entregar un show hecho especialmente para sus fanáticos, con todas las características que lo han hecho un número seguro en nuestro país, al que ha vuelto reiteradas veces en los últimos años.

Luego de un video introductorio de algunos minutos, en donde se mezclaron diferentes conceptos con imágenes del mundo político y de cultura pop, apareció el inglés sobre el escenario, clásicamente descalzo y vistiendo de una forma que no representa su estatus de ser una de las figuras más reconocidas del rock progresivo de las últimas décadas.

Como dije antes, el show fue diseñado por Wilson pensando en sí mismo, lo que también se traduce en un espectáculo que dejará satisfecho al más duro de sus fanáticos, en su mayoría envueltos en poleras negras y dispersados en asientos por todo el recinto de San Diego, algo que –tal como comentaría después- no fue del completo gusto del artista.

La selección de canciones, tal como era esperable, fue un repaso a gran parte de su carrera, partiendo con “To the Bone”, “Nowhere Now” –junto a un video grabado en el norte de nuestro país- y “Pariah”, junto a la proyección en un telón de la cantante que lo acompaña en aquel tema, Ninet Tayeb.

Pero el concierto no fue solo música, sino que también explotó su carisma con mucho humor destinado a su público objetivo, siendo una de sus primeras bromas respecto a la periodicidad con la que Tool lanza sus discos.

De la misma forma en la que pasaba por diferentes sonidos de su carrera, también lo hacía sobre el escenario.  Autodenominado un control freak, el británico revisaba a cada rato el accionar de los cuatro músicos que lo acompañaban, todo mientras tocaba guitarra, bajo o sintetizador e incluso mientras cantaba.

Tal como si fuese la figura de un equipo de fútbol, todos jugaban para Wilson. Él es el centro del espectáculo y todos lo saben, pero no por eso dejan de brillar cada uno por su cuenta. La banda, tal como se refleja en cada uno de sus shows, muestra su perfeccionismo y ganas de tener el control.

«Home Invasion», «Regret #9» y un guiño a su previa agrupación con «The Creator Has a Mastertape» siguieron en el setlist, el que recién a la mitad de su primera parte ya había cautivado a todo el público presente.

La transición hacia «Refuge» fue tan tenue que muchos no notaron el cambio de canción, pero sí pasó con «People Who Eat Darkness», canción que Wilson presentó como su mayor acercamiento al punk en compañía de su Telecaster, guitarra que -en sus palabras- tenía un sonido muy “enojado”.

Al final de este tema fue que comentó que no le gustaba mucho ver a todos sentados, algo extraño en un Teatro Caupolicán que tiende a una cancha general de pie, pero el público supo responder al ponerse ordenadamente de pie para disfrutar de la música.

“Ancestral” cerró la primera parte del set, tras lo cual la banda dejó el escenario para un break de quince minutos. Al volver, sonó «Arriving Somewhere but Not Here» (también de Porcupine Tree), “Permanating”, “Song of I” y “Lazarus”, también de su ex banda. Estábamos en la mitad del setlist y el repertorio reflejó lo explicitado por Wilson cerca de una hora antes, que aquel sería todo un repaso de toda su historia musical.

El sonido y los juegos de luces estuvieron totalmente a la altura de la situación, siendo una celebración con un invitado de lujo. Allí, le siguió de golpe “Detonation” junto al recuerdo de Bowie y Prince, “The Same Asylum as Before” (incluyendo un disclaimer por su intento de falsetto), «Heartattack in a Layby», «Vermillioncore» y «Sleep Together», las que cerraron esta segunda parte del set tras más de dos horas de show.

Allí,  el inglés y su banda –compuesta por músicos de alta trayectoria como Nick Beggs- abandonó el escenario solo por algunos minutos. Ante los gritos y silbidos, salieron nuevamente a escena para interpretar el único cover de la noche, solo en compañía de su tecladista Adam Holzman: “Blackfield”, canción de uno de los proyectos paralelos de Wilson junto a Aviv Geffen y Tomer Z, entre otros.

Junto a él también interpretó “Postcard”, para que luego volviera la banda para las dos canciones finales: “The Sound of Muzak” y un tema al que le dedicó largas palabras en pos del aprovechar el “regalo de la vida” y la “suerte” de no tener hits para permitirse tocar lo que él quisiera, “Song of Unborn”.

Con aquel track, Wilson terminó un show después de más de tres horas. La ocasión lo ameritaba y el público lo agradeció. Lo bueno es que si alguien quedó con gusto a poco, no tomará mucho tiempo para que vuelva. Al final de cuentas, Steven Wilson se pasea en Chile y sus escenarios como uno más.


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