FOTOS | Fauna Primavera 2024: Celebrando trayectorias


Este viernes 8 de noviembre comenzó una nueva edición de Fauna Primavera, un clásico de los festivales del último tramo del año que siempre mueve números más ligados a lo alternativo, ya sea desde el rock hasta la electrónica. En esta oportunidad, un cartel con varios nombres de los 90-2000 llamó a un público más maduro que en otras oportunidades.

El inicio estuvo a cargo de proyectos chilenos: por una parte, la conocida Chini.PNG con un colorido atuendo, audaz para el calor que ya se sentía, y una propuesta pop que se sale de lo tradicional. Después fue el turno de Francisco Victoria, uno que recién presentó música nueva y que se ha ido ganando un espacio en este tipo de festivales con un pop que ha ido evolucionando desde sus inicios Alex-Anwandter-escos.

Chini.PNG

Pero ya entrando en la tarde, llegaron los shows internacionales.

Lianne La Havas y lo simple

Sola con su guitarra, una mesita, agua y una fotografía puesta cuidadosamente en un marco. Eso fue lo único que acompañó a cantautora británica en su paso por Vans Stage. Allí, con el sol pegando de frente, comenzó con su clásica «Green & Gold» de su segundo álbum Blood, con el que terminó de salir de las islas para ser conoocida en otras partes del mundo.

Lianne La Havas

Con ella no se puede esperar un show de pirotecnia, saltos, gritos ni nada de aquello. De todas formas, la propuesta es simple y efectiva, todo en base a su carisma y la elección de no tomar decisiones previamente. De hecho, cambió su propia selección de canciones ya sobre el escenario porque no tenía ganas de tocar la que venía. Estando en solitario y con el control absoluto de lo que ahí pasa, aquello quedó como una demostración más de su capacidad de improvisar.

De su voz, nada más que cosas positivas. Cuando debía ser suave, lo era. Cuando debía llegar a altos casi gritando, los alcanzaba sin problemas. Con el público todavía llegando al recinto, La Havas fue congregando más y más gente con temas comoo «Seven Times» o «Bittersweet».

Todavía con algunos minutos por delante, La Havas se fue dejando la sensación de un show muy íntimo en un contexto que usualmente no lo permitiría. Relajado, entretenido, un buen adelanto de lo que llevaría el resto del día.

El estilo de Jerry Cantrell

Al escuchar la música solista de Jerry Cantrell, uno nota que Alice in Chains nunca ha salido completamente de su cabeza. Y bueno, imposible que lo haga considerando la gran repercusión que tuvo en la escena grunge y también en sus años posteriores, incluso después del triste fallecimiento de Layne Staley. Pero eso lo traduce en muchas cosas, muchos guiños, señales que dejan una línea gris entre unas y otras composiciones.

De hecho, su apertura fue con «Psychotic Break», canción del álbum que lanzó poco tiempo después del fallecimiento de su compañero y amigo a comienzos de los 2000. De ahí, otro salto a su banda con «Them Bones», la que prendió a más de algún fanático que tenía la esperanza -y certeza- de escuchar canciones de aquella agrupación.

Jerry Cantrell

Con el guitarrita y actor Zach Throne a su costado apoyando en las voces, Cantrell pudo dedicarse en muchos pasajes a otra de las cosas que ama hacer: tocar guitarra. Allí con solos y otras demostraciones, a sus 58 años sigue mostrando que está vigente y provocando lo mismo de siempre en sus shows en vivo.

Por esto mismo es que también le dedicó varios minutos a I Want Blood, el cuarto y más reciente de sus trabajos que lanzó hace menos de un mes y en donde se da el gusto de tocar con amigos/contemporáneos del género como Duff McKagan o Robert Trujillo. Gracias a su experiencia, esto no se volvió tedioso, mezclándolas tanto con otras de sus pasados discos o con otros regalitos de Alice in Chains como «Man in the Box» o «Would?» que a más de alguno lo envió de vuelta a aquella presentación del Maquinaria 2011.

Sólido, potente, como para tener su propio concierto en solitario una próxima vez. Ni él quiere sacarse de encima a su (ex?)banda, pero tampoco es necesario. Esas dobles voces, los emotivos solos con su pelo al viento y tanta cosa más son parte de su sello personal, algo que despierta esa energía que todavía no alcanza a ser nostalgia.

Air y el minimalismo que no es minimalismo

Mientras todavía Cantrell estaba en el escenario, muchos ya se movían hacia el Vans Stage para reencontrarse con los franceses de Air. El calor ya iba en baja con el sol ya camino a despedirse, comenzó la exposición de aquella obra de arte llamada Moon Safari.

Uno podrá entender aquel nivel de detalle en un segundo o tercer álbum, pero este fue el primero lanzado por el dúo a mediados de los 90, permitiendo entender lo rápido que se volvió un éxito con esa mezcla de electrónica, space rock, psicodelia y tanta cosa más procesada por los de Versalles.

Allí van mostrando, pasaje por pasaje como minihistorias, canciones que empiezan de una forma cercana al minimalismo pero que te llevan por una experiencia visual y auditiva mucho más grande. Clásicos como «Sexy Boy» o «Kelly Watch the Stars» sonaron con la misma delicadeza que fueron imaginadas, con Jean-Benoit Dunckel y Nicolas Godin dividiéndose el escenario mitad y mitad para desarrollar sus actividades. El primero paseándose entre sus teclados, mientras que el segundo aprovechaba también de incursionar en las cuerdas, todo con una visión muy chic de cómo desarrollar un concierto.

Sin miedo al uso del vocoder, el dúo tuvo la suerte de presentarse justo cuando la luz iba cayendo, entregándole la oscuridad de la noche para seguir sorprendiendo con los juegos de luces en todo lo que continuó de aquel trabajo, aunque por suerte no se quedaron solo en eso.

Después de las 10 canciones que componen ese trabajo, entregaron una selección que recorre también otros tiempos de la banda. Ahí rescatamos otros éxitos como «Cherry Blossom Girl» o «Highschool Lover», esta última parte de la aclamada banda sonora que hicieron para la película Las vírgenes suicidas. Un recorrido breve, pero contundente, por lo que los franceses han creado en una carrera que, de todas maneras, lleva cerca de una década sin nuevos lanzamientos. ¿Son necesarios después del nivel ya alcanzado? Ahí da para otra discusión.

El show de Billy Corgan

Ya con la noche sobre nuestras cabezas, casi la totalidad del público se movió hacia el Banco de Chile Stage, tarima donde en pocos minutos se subiría uno de los conjuntos emblema de la década de los 90 en el rock alternativo: los Smashing Pumpkins.

Tras algunos minutos de introducción con juegos de luces y música envasada, apareció el calvo frontman junto a la alineación actual. De ahí destaca James Iha y Jimmy Chamberlin, guitarrista y baterista originales de la agrupación que no habían estado presentes en aquel lejano último paso por el país en la versión 2014 de Lollapalooza Chile.

Curiosidad también generó la decisión de los norteamericanos de ir variando su setlist noche tras noche, algo que también han utilizado para reencontrarse con antiguas canciones de sus primeros álbumes en conjunto con los clásicos y lo nuevo. El comienzo con «The Everlasting Gaze» fue un buen acercamiento a lo que se vendría, seguido de cerca de otra antigua: «Doomsday Clock», una salida de Zeitgeist de comienzos de los dos miles.

La primera de varias sorpresas llegó con «Zoo Station», cover de U2 que también contó con un solo de bateria de Chamberlin que solo parecía traducirse en «para que no duden de mi estado actual». Esa sensación se repitió en varios pasajes entre los originales, mostrar que el talento y el carisma siguen ahí intactos como hace dos o tres décadas con solos de guitarra llenos de efectos, algunos rayando incluso en lo experimental.

Y así fueron entrelazando recuerdos pasados con otros más actuales. De «Today» pasamos a «That Which Animates the Spirit» y de ahí a «Tonight, Tonight». Un carrusel de idas y vueltas entre años, una forma también de mantener entretenidos a aquellos que iban por las canciones más conocidas y otros que simplemente querían vivir la nostalgia.

Ya en esta etapa de su carrera, Corgan aprovecha de tomarse ciertas licencias que en otros momentos no hubiese pensado. Un comienzo algo rapeado para «Ava Adore» o una versión diferente a la original de «Disarm» fueron una muestra de aquella libertad creativa que se da sobre el escenario, esos pequeños pasajes que terminan dando el toque de única a una presentación.

Aprovechando aquel impulso, el frontman se colgó una guitarra acústica al hombro para interpretar en solitario «Landslide» -original de Fleetwood Mac– y «Shine On, Harvest Moon» -de Ruth Etting-, dos guiños a sus propias influencias en un momento que también parecía decir «conmigo basta y sobra para este momento de intimidad».

 

Aquí, ya a mitad de la noche, llegó uno de los regalos para los fanáticos más acérrimos: «Mayonaise», clásico emotivo del Siamese Dream que luego dio paso a otro de los éxitos más grandes de los norteamericanos con «Bullet With Butterfly Wings». Ambas tuvieron un sabor especial al contar con 3/4 de los originales sobre el escenario.

Por el costado izquierdo también encontramos a al correcto bajista Jack Bates y a la guitarrista Kiki Wong, artista que toma protagonismo en las canciones más recientes, pero que se pierde un poco en aquellas composiciones pensadas para cuatro músicos. Y es que en esos temas de sus primeros álbumes, tres guitarras son demasiadas.

El tramo final fue una mezcla de canciones sin un hilo conductor, pero que funcionaron muy bien. El cruce de las recientes como «Empires» o «Sighommi» con otras como «Perfect» o «1979» funcionó para tener a todos pendientes de qué seguiría pasando, con esta última siendo una de las más coreadas por los asistentes de toda la jornada sin duda alguna.

Tras esta canción, el resto fueron solo regalos: Mellon Collie and the Infinite Sadness se vuelve a anotar con otra canción como «Jellybelly», aparece «Gossamer» (de las sesiones de Zeitgeist y que incluyó una parte de «The Spaniards») y luego otro éxito como «Cherub Rock». Aquí de nuevo brotó esa necesidad de los dos guitarristas principales de mostrar todas sus capacidades en la aquel instrumento, alargando algunos solos y jugando entre ellos. Esto de ninguna forma es algo negativo, esa complicidad entre Corgan e Iha es algo que cada fanático disfrutó mucho, incluyendo la broma que le hizo sobre no estar presente en el show del 2014 ya que estaba «tomando una siesta».

El cierre con «Zero» fue la conclusión de todo esto: potencia, demostración de manejo, gritos, coros y mucho más. El «wanna go for a ride?» se escucho más fuerte que nunca entre los miles que llegaron hasta Huechuraba para reencontrarse con esta parte importante de la música de los 90, uno de los tantos grupos históricos que quedaron marcados en este cartel.

A pesar de detalles que aparecen en la parte operativa de los festivales, como baños que a ratos colapsan o poco personal para atender en algunas filas como la de acreditación de edad en el Bar Garden, en lo músical estuvo impecable. Ningún gran problema de audio ni atrasos, algo que se agradece cuando hay muchas bandas y cada minuto cuenta.

Esta primera jornada de Fauna Primavera deja la vara muy alta para la segunda, que contará con otros grandes nombres de las últimas décadas como Dinosaur Jr., The Kooks o Franz Ferdinand. Ya veremos con qué otras sorpresas nos encontramos.

Fotos: Mario Miranda

 

Fotos: Ramón «Eme» Gómez y Guillermo Salazar


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