El segundo día de Fauna Primavera prometía bastante, principalmente por la diversidad de lo que llegaría al Parque Ciudad Empresarial. Esto comenzó temprano: Estoy Bien, uno de los mejores nombres actuales dentro del hardcore/pop/rock nacional, salió al escenario cerca de las 13:00 hrs. cuando el público recién empezaba a llegar al lugar elegido para esta nueva edición.
Seguido llegaría Las Ligas Menores, conjunto trasandino que recientemente se había visto envuelto en problemas entre su fundadora Anabella Cartolano y el resto de la agrupación. De hecho, de la formación conocida, fue solo ella quien estuvo en el escenario acompañada por músicas a las que agradeció el haberla acompañado en este desafío.
A pesar de esto, desde el público no hubo ningún gesto hacia aquel episodio que ahora convirtió la banda en un proyecto solista. Así, con canciones como «Tema 7» o «Crecer», Cartolano entregó un show bastante sólido, pero que dejó con un gusto de que algo faltó.
Suena británico, pero no es británico
Uno de los nombres que aparecieron por primera vez por Santiago fue el de Nation of Language, trío neoyorkino que desarrolla una propuesta indie muy influenciada por lo que ocurría al otro lado del Atlántico en los 80.
Con voz y movimientos que a veces hacían recordar al Morrissey joven, Ian Richard Devaney encabezó el espectáculo mientras sus otros dos compañeros Aidan Noell -sintetizadores- y Alex MacKay -bajo- se preocupaban completamente de la música. Todo esto en un escenario que, al igual que Lianne La Havas el día anterior, estaba prácticamente vacío.
Ese minimalismo en vez de jugar en contra, sumó bastante. La teatralidad de Devaney, sufriendo y disfrutando cada una de sus letras, sirvió para conectar con el público que aguantaba el calor en el Vans Stage.
A pesar de dar un show más que correcto, punto en contra fue el poco público presente a esa hora en el recinto. Eso sí, el trío agradeció el apoyo entregado por los presentes con una propuesta que, si bien está fuertemente influenciada por los 80s y 90s, sí traía algo nuevo a la mesa en esta edición.
Indie feliz
The Magic Numbers es un nombre con larga trayectoria dentro del indie, pero que había sido una ausencia en el país desde hace casi ocho años. Aquel año vinieron a presentar Outsiders, álbum que ahora apenas se asomó en el setlist ofrecido para la tarde del Banco de Chile Stage.
A cambio mostraron parte de lo mejor de su catálogo, uno que no necesita de grandes parlantes ni gritos para hacer llegar su mensaje. Allí, Romeo Stodart encabezó al cuarteto que llegó completamente sonriente a dar un show que tuvo solo algunos minutos de retraso por un corte de luz sufrido por Nation of Language. En realidad, fue nada.
Sorprendidos por el recibimiento, pasaron por algunos de sus más grandes éxitos como «Forever Lost» o «Take a Chance», con la que hicieron cantar a varios de los que estaban al frente del escenario compartiendo con los fanáticos de Franz Ferdinand, dueños de la reja en ese sábado desde bastante temprano.
The Magic Numbers no llegó a inventar nada, tampoco a vender humo, sino simplemente a tocar su música con toda la alegría posible. La sonrisa acompañó al cuarteto en todo momento, incluyendo el canto de Angela Gannon -usualmente apegada a labores en los teclados y coros- y la cercanía de Michele Stodart a la derecha del escenario. Sin ser grandes rockstars, lo de los ingleses aprobó completamente.
Historia viva
Cuando Sofia Kourtesis estaba en lo último de su set en el Vans Stage, J Mascis ya estaba preparando sus instrumentos en el otro escenario. Así, a vista y paciencia de los fanáticos que se congregaban para verlos, muy a la usansa de la vieja escuela. Detrás de él, tres cabezales lo rodeaban, entregándole su propio espacio personal para desarrollar su arte que se traduce en guitarreos clásicos, solos con efectos y una forma de cantar que marcó a más de alguno que comenzaba con la música en los 90s-2000s.
Y es que aquí sí nos enfrentamos a un trío que sí marcó una época y una forma de hacer las cosas. Dinosaur Jr. es uno de esos grupos de los cuales hay que hablar al momento de desarrollar la historia del rock alternativo, aquel que se salió de la norma añadiendo cosas de géneros anteriores en mezclas no vistas hasta ese momento en los escenarios de Massachusetts a finales de los 80.
Lou Barlow, por su parte, tocaba el bajo como si fuera una guitarra más, poniendo energía desde la apertura con «The Lung». Allí en la entrada también mostraron «Garden», único corte de su último lanzamiento oficial del 2021, Sweep It Into Space. De ahí en adelante, solo clásicos y uno que otro guiño para los más fanáticos. Y esos fanáticos, varios con pelo ya canoso, se hacían notar entre todo el público.
Apareció «Feel the Pain», «Start Choppin», «Freak Scene» e incluso ese clásico reconvertido a su estilo de «Just Like Heaven», original de The Cure. Y así como lo old-school se movía sobre el escenario, debajo de él también. Así vimos uno que otro slam con polvo levantándose o gente que hacía crowdsurfing, todo dejándose llevar por el regreso del trío.
A estas alturas, pocas cosas nuevas se pueden decir de un show de Dinosaur Jr., pero lo importante es precisamente lo contrario: su capacidad de mantenerse iguales en su esencia por tantos años, la capacidad de seguir transmitiendo esa alma indie y la potencia veinteañera a pesar del paso del tiempo.
Complejizando lo simple
The Kooks nunca fue conocida como una banda técnicamente compleja, sino como un proyecto inglés que logró ubicarse en una competitiva categoría con hits radiales -sí, de la época de los hits radiales- como «Ooh La» o «Naïve». Pero el tiempo pasa y ese tipo de logros se vuelven de arena, por lo que hay que empujar el cerco un poco más allá.
Eso es lo que los británicos están intentando hacer hace un rato. Si bien Luke Pritchard mantiene su carisma desde los inicios de la agrupación, el cambio más notorio va para Hugh Harris, el otro miembro original restante. Con su guitarra la hombro y vestido de un clásico negro, iba siempre un poco más allá con su instrumento. Daba la sensación que el indie pop a ratos le quedaba corto para la demostración técnica que intentaba alcanzar.
Esto último no tiene nada de negativo, en lo absoluto. Aquel interés en lograr más potente, pulcro y complicado es una forma de enriquecer el sonido ya rápidamente digerible de la banda. Un pequeño paso más lejos de la categoría pop y uno más cerca de aquella rock, la misma que intentó hacer la noche anterior Corgan e Iha con sus guitarras. Mostrar de lo que son capaces, pero sin ser presuntuosos.
Aprovechando la buena recepción, Pritchard incluso presentó uno de los nuevos temas que verán la luz oficialmente en su disco del próximo año: «Sunny Baby». Esta siguió la misma tónica del resto de sus canciones, una consolidación de dos décadas de carrera con una voz que no ha sufrido ningún cambio.
El cierre llegó con otro de los clásicos como «Junk of the Heart (Happy)», «Around Town» y una que los mismos fanáticos pedían a gritos desde el sector cercano a la reja: «Naïve». Si bien la idea no es dormirse siempre sobre los éxitos, si la gente los pide hay que darlos. Casi 90 minutos muy bien utilizados, donde también recibió aplausos uno de los nuestros: su baterista chileno Alexis Nuñez, presente en la banda desde hace ya 12 años.
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