BBS Paranoicos: «Hace rato que queríamos volver a Lollapalooza»


Recientemente llegaron a los 30 años de existencia y van por mucho más. BBS Paranoicos será una de las bandas que aprovechará Lollapalooza Chile para celebrar un hito de estas magnitudes, además de presentar lo último de su disco Delusional.

¿Cómo fue para ellos llegar a este punto de su carrera? ¿Qué esperan de lo que viene en la escena del punk rock nacional? De estos temas y mucho más conversamos con Carlos Kretschmer, bajista y fundador de BBS Paranoicos, además de consultarle por otros temas y proyectos, como su banda Franklin.

AgendaMusical: Haciendo un poco de historia, antes de los BBS Paranoicos existió KK Urbana, ¿cómo fue ese inicio en la música?

Carlos Kretschmer: Los KKs fue una banda que hicimos en el colegio. Fue una de las primeras bandas punk que se hizo en Chile. También fue uno de los primeros discos que se sacaron en esa época. Fue una aventura bien linda que trascendió mucho más allá de la duración del grupo. El grupo habrá durado unos dos años, pero el disco trascendió hasta el día de hoy.

El año pasado fue editado en vinilo y en CD por primera vez. Las copias se agotaron rápidamente. Hay un ejercicio de nostalgia y de revalorización de ese trabajo, últimamente. No sé si es un trabajo de memoria histórica o algo así, pero me enorgullece harto el haber participado de los KKs. Yo tenía 16 años cuando empecé con ese proyecto, fue lo primero que hicimos.

AM: De la misma forma, al ser el primero y tan jóvenes, demás que tenía un sonido más “primitivo” o “de la guata”, ¿qué escuchaban en ese tiempo como para después traducirlo a la realidad chilena?

CK: Me gustaba el punk californiano de esa época, con bandas como Circle Jerks, 7 Seconds, Dead Kennedys, Descendants, un poco de esa onda. Black Flag, el punk californiano del principio. Lo otro que se escuchaba harto también eran bandas españolas, como La Polla Records, Cicatriz, lo que venía de España o el País Vasco.

AM: Dentro de todo lo que nombraste, junto a KK Urbana, ¿qué rescataste para tus inicios con BBS?

CK: La experiencia de haber hecho conciertos y las ganas de seguir adelante con la música. Los KKs fue una experiencia de escolares, salimos del colegio y nos costó más pensar en seguir adelante. Además que la situación política en Chile era como un desencanto general, llegó la democracia, todos esperamos que algo cambiara y no cambió nada, entonces todo se desinfló.

Fuimos perdiendo contacto, pero me quedé con las ganas tremendas de seguir tocando y de armar una banda. Busqué distintos momentos para hacerlo. En eso me pude conectar con Alex Patiño, que fue el primer vocalista de los BBS que lo había conocido de la época de los KKs. Él tenía una banda que se llamaba Toque de Queda. Como vivíamos cerca del barrio, nos empezamos a conectar y a hacer música juntos. Ese fue el origen de los BBS. Si tengo que rescatar algo es la gente que conocí, las ganas de seguir tocando que nos llevaron a formar esta banda.

AM: Las ganas siguieron harto, el año pasado cumplieron 30 años, ¿qué se dijeron cuando llegaron a ese punto?

CK: Estábamos bien tranquilos. Habíamos hecho un ejercicio de nostalgia grande a razón de la publicación del libro biográfico que salió en esas mismas fechas, que se llama “Tanto insistir”, lo escribió Rossana Montalbán. Para ese trabajo tuvimos que rememorar todas nuestras aventuras, historias, cómo hicimos los discos, todo. Tuvimos tiempo para emocionarnos haciendo ese relato, construyendo un poco la narrativa de nuestra historia.

Ya llegar a los 30 años fue algo súper emotivo, nosotros ya habíamos celebrado los 20 y los 25 en el Caupolicán, había estado lleno y todo, pero habíamos tocado con otras bandas. Esa era la primera vez que hacíamos un evento tan grande solos, teníamos un Teatro Coliseo lleno con fanáticos del grupo, fue súper significativo. Nos gustaría que no tuviéramos que demorarnos tantos años para que las bandas locales puedan llenar lugares grandes. Por ahí falta un poco más de apoyo para las bandas locales en general. No sé si solo será en Chile o en otros lados, pero tengo esa sensación de que acá se valora mucho más la música cuando viene de afuera.

AM: También te quería preguntar por la escena nacional, que actualmente está con foco en la música urbana. Los emergentes de otros sonidos no tienen tanta cabida, por una cosa de popularidad, ¿cómo ves tu el momento actual del punk y del hardcore en Chile?

CK: Frente a lo de la música urbana y estos fenómenos, es un fenómeno de masas que ha sido conducido por la prensa o por los medios masivos, porque es una música fácil de vender y que no aporta nada en términos… cómo decirlo… no es una música muy conflictiva. Hablan de cosas para que la gente se enajene de la realidad más que otra cosa. En ese sentido es fácil de vender, entonces entiendo que esté en todos los medios. No es música que nosotros escuchemos o valoremos mayormente. No quiere decir que la nuestra sea mejor o mucho menos, pero tiene unas raíces distintas.

Si alguien no está en los grandes medios no quiere decir que no exista. Hay una escena underground súper grande, con distintos exponentes desde el rock más crudo hasta el pop o emo más alternativo. Hay súper buenas bandas en Chile. El tema es que no hay difusión, los espacios están copados, es muy difícil tocar y lograr buenos tratos en los bares o lugares donde se hacen eventos. No hay muchos productores trabajando con bandas nacionales, tampoco se hacen muchas giras. La situación actual de pandemia, guerra y todo, eso tampoco va a ayudar mucho en el futuro.

Y la gente, como te decía, no apoya como debería. Eso hace que sea un poco más precario, un poco menos masivo, pero también es gente muy valiente que no se rinde fácilmente. Siempre están dispuestas a dar la pelea, sienten que tienen cosas que decir y transmitir. Si te escuchan cinco, diez o cien personas, la premisa es la misma. Cuesta abrirse espacio. Creo que la forma de hacerlo es trabajando lo más profesionalmente posible, planificando bien todos los pasos, planteándose metas y objetivos y tratar de ir cumpliéndolos, invirtiendo harto también. No deja de ser cierto que en la música urbana y otros estilos se invierte mucha plata en publicidad, difusión, cosas así, lo mismo con el producto que están armando. A veces en el rock falta un poco de ponerle énfasis a la calidad del producto, en el marketing o en la promoción. Por ahí va la respuesta.

AM: Volviendo a los 30 años, ¿cuál es la gran próxima meta que se propusieron ahora?

CK: Esto es como en el fútbol, vamos partido a partido. Actualmente tenemos una dinámica distinta que hace 15 años atrás, cuando nuestra meta era tocar lo más posible en todos los lugares posibles. Ahora calculamos un poco más los pasos. Donde vayamos a tocar tratamos que sean eventos donde la gente que vaya pueda ver un buen espectáculo, que esté bien armado, pero nuestro siguiente paso es hacer un disco nuevo para este… no sé si lo vamos a grabar de aquí a fin de año, lo más probable es que lo saquemos a mitad del próximo año.

Delusional, el último disco, es del 2018. Si bien tuvimos dos años perdidos entremedio por la pandemia, todavía podríamos tocar más de ese disco, tuvo súper buena aceptación. Ya tenemos bastantes ideas como para armar un disco nuevo. En el mismo sentido, volver a grabar con Bill Stevenson, volver a grabar en Estados Unidos. Tocar, juntar plata y ese es el plan. Ahora, si se abren las fronteras y no se tira la bomba atómica. La idea es poder viajar a algún lugar, que todavía exista Estados Unidos, no sabemos. Esa es la intención, grabar un disco nuevo, sacarlo de aquí al 2023 y seguir tocando. Lo más cercano ahora es Lollapalooza, fuimos invitados para tocar ahí el 19 de marzo.

AM: Sobre ese mismo disco y Bill Stevenson, que es productor y también parte de una de las bandas que nombras, de los Descendants, que conoce todos esos sonidos, ¿cómo llegaron a él?

CK: Por un par de coincidencias del destino. Nosotros siempre hemos sido fanáticos de Descendents y de su trabajo en su otra banda, All. Fanáticos, fanáticos desde cabros chicos. Ya los KKs tocaban temas de Descendants… o tratábamos de hacerlo (risas). De ahí lo conocemos. La cosa es que habíamos tenido la suerte de tocar con ellos el 2002, con All, en Argentina. Ese fue el primer acercamiento.

Para llegar al estudio de grabación de él ocurrieron dos coincidencias. La primera es que me gané una beca para estudiar inglés en la universidad, esa beca era como un intercambio, una beca de inserción. Te mandaban a una universidad en Estados Unidos por un mes, a estudiar inglés. Esta universidad, donde me tocó ir a mi, era la Universidad de Colorado, estaba a 15 minutos caminando del estudio de Bill Stevenson. La casualidad fue demasiada para mi. No pude no ir. Agarré cualquier excusa para ir al estudio, me presenté, conocí a los ingenieros, hablé con él, le dije que tenía un grupo, le mostré algunos videos y quedamos en contacto con la gente del estudio.

La segunda gran casualidad es que a nosotros nos habían confirmado que íbamos a tocar con Descendants que justo venían ese año, en tres meses más a Chile. Durante esos tres meses, como ya habíamos quedado en contacto, surgió la idea de poder ir a grabar o hacer algo con él. Se la plantee a los chiquillos de los BBS, todos se entusiasmaron y dijimos “bueno, tenemos que ver la posibilidad de ir, hay que juntar plata, hay que hacer un plan, es difícil”. Bill Stevenson era quien finalmente tenía la última palabra, te decía sí o no, imagina cuánta gente quiere grabar con él y el estudio tiene una capacidad limitada de poder trabajar con bandas. Él tampoco le pone su firma a cualquier banda.

Por un lado, nosotros teníamos que hacer eso y por el otro que a Stevenson le gustaran los BBS, de alguna manera u otra. Él, súper profesional, había estudiado cuando vino a tocar a Chile. Nos juntamos, porque habíamos quedado de reunirnos, y él nos contó que ya nos había estudiado, que nos había escuchado, que había visto videos y que cuando tocamos, nos vio tocar en el escenario por un costado, nos sacó fotos y grabó videos. Después de tocar nos dijo que íbamos a tocar juntos, que íbamos a hacer un disco. Nos dimos un abrazo, “bienvenido”, nosotros estábamos más felices que la chucha. Nos dijo que iba a ser en un año más, que era la fecha más reciente que tenía. Trabajamos con él, con todos los ingenieros más top del estudio, con el equipo completo. Todos se entusiasmaron con la idea de trabajar con una banda de tan lejos, de Sudamérica. No había llegado ninguna banda sudamericana hasta allá. Les gustó lo que hacíamos. Nos aportaron lo que más pudieron para potenciar nuestra música, nuestro sonido. Fue hermoso, un sueño hecho realidad.

AM: Es una oportunidad que no se podía perder.

CK: No po’, nos preparamos durante un año, juntamos plata, tocamos más que nunca y compusimos ese disco durante todo ese año que fue el 2017, para ir a grabar en diciembre. Estuvimos tres semanas viviendo en el estudio, imagínate lo que fue. Fue hermoso.

AM: Sobre ese mismo disco, te quería preguntar sobre el tema, que es salud mental principalmente. ¿Qué los llevó a tomar este tema, que igual es difícil? Sobre todo considerando que todavía existen estigmas sobre la salud mental.

CK: El origen de hacer este disco fue por cosas personales, procesos que uno mismo va viviendo o que va sintiendo. En mi familia también hay antecedentes de problemas de salud mental, mi abuelo estuvo internado en un psiquiátrico porque tenía esquizofrenia. Se recoge un poco la historia de él en una canción del disco, “Sanatorio”. Era todo un tema que aparecía recurrentemente, que me daba vueltas, lo quise llevar a hacer al menos un tema, que fue “Sanatorio”. Después me di cuenta que necesitaba más temas para seguir tratando algunas cosas relativas al tema. Así, sin darnos cuenta, ya teníamos un disco que podía ir en un tono medio conceptual. Ahí fuimos tratando diversos aspectos de la salud mental, desde el punto de vista vivencial, de alguien que no sabe lo que tiene, pero que siente cosas, que tiene sueños, pesadillas o visiones, que se siente solo, que no puede dormir, cosas así.

Realmente, es algo que a mucha gente en Chile le pasa. Chile es de los países que tiene más problemas de salud mental, al menos en Sudamérica. Es uno de los países en donde más gente se medica o automedica con pastillas. Como dices, también hay un estigma con la gente que sufre estos problemas, porque la mayoría los sufre y los asume como puede, muchas veces sin ayuda médica o sin tratamiento, sin darle la importancia que merece. Muchas veces tienen solución o tienen una manera de llevarlo adelante. Esto va desde los trastornos bipolares hasta las personas que tienen problemas mayores.

Muchas veces uno cree que las personas son cuáticas, pero no son cuáticas, tienen problemas. Podrían haber sido tratados si es que la salud mental en Chile fuese un tema más relevante. En mi familia lo vivimos de alguna manera, es importante entender que la gente que tiene problemas de salud mental no es una persona que esté completamente normal todo el día y hay que saber entender esas cosas. Es como la película, en el Guasón, que el mayor problema de la sociedad es tratarlos como si no tuvieran una enfermedad mental cuando sí la tienen.

AM: Como dices, los datos de suicidio son heavy en jóvenes y adultos mayores, los dos extremos. Además, como dices, hay gente que no lo sabe tratar, entonces evaden con drogas…

CK: También hay mucha gente que no sabe manejar sus emociones, que solamente responden de manera violenta porque no saben actuar de otra manera, es lo que han aprendido. A eso súmale las tendencias actuales de la sociedad, como, por ejemplo, que muchas personas tienden a tomar todo como si fuera material de consumo, incluso las personas. Los sentimientos y las relaciones son desechables, las familias no tienen el peso que tenían antes, entonces muchos hijos se crían solos o con uno de sus padres, con el hermano… es una situación diferente, es mucho más complejo manejar emociones, tus sentimientos y tus reacciones. Si más encima tienes un tema de salud mental en tu familia, es casi imposible.

AM: También quedó ese algo desde el machismo que imponen cuando uno es chico, de ser más fuerte, competitivo, guardarse los sentimientos, porque “un hombre no puede llorar”. Además no hay ayuda de ningún tipo, lo que se siente no tiene nombre. La misma competencia, apuesto a que en la música también pasa.

CK: Sí, es una manera en la que la sociedad te hace ser competitivo, de cierta forma. Sobre cuál es el mejor grupo, cuál es el que lleva más gente, pero uno igual se puede bajar de esa competencia, de no darle tanta importancia. Eso lo logras creando comunidad, creando relaciones cercanas con la gente que te escucha. Al menos en los BBS ha sido una experiencia bien significativa, el crear comunidad y nexos con la gente. Vas construyendo un mundo paralelo. Si a alguien le va bien, que bueno que le vaya bien a todos. No me hago problemas con eso, mientras más crezca la escena, mejor.

AM: Ahora, pasando un poquito de los BBS, sé que ahora estás haciendo hartas cosas con Franklin. ¿Qué sientes que este proyecto te permite hacer que no puedas en los BBS?

CK: Es un proyecto mucho más libre en temas estilísticos. Siempre había tenido ganas de hacer una banda con una onda más melódica, más pop de cierta manera, como más Weezer, que es una banda que me encanta, que siempre me ha gustado. Con los BBS era complicado hacer música así, porque estábamos bien definidos, pero me permite salir un poco del molde de los BBS, de siempre. También transmitir una idea. Yo vendo de los KKs, punk mucho más crudo y radical. Con los BBS hay algo un poco más melódico, más técnico. Franklin es una banda más rockera, más Weezer, Foo Fighters o Smashing Pumpkins, como por ese sonido. La idea que quiero transmitir es que no tiene mucho sentido encasillarse en cosas cuando el rock es una escena lo suficientemente rica y llena de matices como para poder hacer todo lo que te gusta, sin que eso te convierta en más o menos persona. Yo puedo tocar un día con los KKs, un día con los Franklin, y eso no hace nada más que enriquecerme como persona. Lo mismo que la gente que la escucha. Creo que encasillarse nunca es bueno. La vida está llena de matices, llena de colores, de distintas formas de verla. Solo se trata de ser honesto con la música que te gusta y con los estilos que te gustan, con todo. Todo tiene algo rescatable.

AM: Algo que pasa harto entre los músicos norteamericanos que transitan en estilos así, terminan también pasando por el lado de producción. ¿Te interesa entrar en un terreno así? Considerando lo que le podrías traspasar a bandas más jóvenes.

CK: Nunca me lo he planteado tan en serio. No sé si tenga el tiempo realmente para hacerlo, pero siempre estoy dispuesto a compartir mis experiencias o dar consejos a las personas que les interese escucharlo. Sí he trabajado editando música, he estado con este sello que al comienzo era Pulpa Discos, en los que puedo colaborar, colaboro. No sé si tengo la gran capacidad musical de ayudarle a alguien a hacer un disco mejor a lo que ya tengan. Soy más productor ejecutivo que musical, pero sí siempre, insisto, estoy dispuesto a apoyar, opinar, apostar en lo que alguien me pida o le interese.

AM: Ahora volviendo a lo de Lollapalooza, que además es el décimo aniversario. ¿Cómo fue el recibir esa invitación?

CK: La recibimos con harta emoción, con harta alegría, era algo que queríamos hacer hace tiempo. Creo que es uno de los festivales más grandes, no solo de Chile, sino que del mundo. Hace rato que queríamos volver. Habíamos estado en la segunda edición, con Foo Fighters, pero queríamos volver a ese mismo escenario. Fue una experiencia que nos ayudó harto, que nos hizo crecer, nos vio más gente, a pesar que nos tocó un escenario difícil, el principal a las 12 del día. No eran las condiciones ideales, pero así y todo creemos que fue algo súper bueno para nosotros, queríamos repetirlo. Creo que nos pilla en un súper buen momento, a propósito de los 30 años, que el grupo ha seguido creciendo en popularidad y se ha ido posicionando como un grupo importante no solo en el punk, también en el rock, lo que nos tiene muy orgullosos a nosotros. Creo que estamos en un súper buen momento como para tocar de nuevo en Lollapalooza, que nos sirva para seguir creciendo y para que más gente nos conozca. Lo bueno de Lollapalooza es que es un festival amplio donde tocan distintos tipo de música, que es lo que te contaba un poco atrás. No es bueno encasillarse, es bueno abrir la cabeza y conocer música de distintos tipos, tanto la gente que la hace como la gente que la escucha. Bueno tocar en Lollapalooza, buen escenario, más encima es la edición 10 con toda esa carga histórica.

AM: Con eso que dices, que se abren a un montón de gente diferente, ¿tienen planeado algo especial para ese show?

CK: No sé si “especial”, no lo sé todavía. Lo vamos a preparar. Veníamos trabajando el show de 30 años que tiene un setlist de 34 temas, pero es un show de dos horas. Tenemos que hacer una selección de temas más emblemáticos, conocidos. No es como para ir a experimentar, es un escenario donde vas a compartir con la gente que te conoce y que le gusta el grupo, pero también la que no te conoce, que se tienen que llevar la mejor impresión posible. Vamos a ensayar harto, va a ser un show bonito, entretenido y con las mejores canciones de la discografía de los BBS.

AM: Para cerrar, ¿qué mensaje le quieres enviar a la gente que irá a Lollapalooza?

CK: Estamos con mucha ilusión de poder tocar nuestra música, de ser uno de los representantes locales en un festival tan importante. Los invitamos a todos a escuchar y conocer, no solo a los BBS Paranoicos, no solo a Franklin, sino también a un sinnúmero de bandas de distintos lugares del país que hacen súper buena música. Siempre es una oportunidad de ir descubriendo, no solo de quedarse con lo que está en las listas más populares o las radios.

Hay todo un mundo por descubrir, ojalá sientan ese interés en ir encontrando esas joyitas que llenan tanto el espíritu cuando las conoces. La música es un mundo muy bonito, la escena musical es muy entretenida, se pasa bien en los conciertos, hay que aprovechar de involucrarse en este mundo. Mi mensaje es ese: que vamos con la mejor de las ondas, esperamos que nos apoyen y que les guste lo que nosotros hacemos.


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