Iron Maiden en el Estadio Nacional: Un clásico que no decepciona


Iron Maiden

Fecha: 15 de octubre de 2019
Lugar: Estadio Nacional
Productora: DG Medios
Fotógrafo: Camilo Ponce   @camiloponcegonz
Periodista: Samuel Fuentes   @sin__titulo.jpg

Las visitas de Iron Maiden siempre generan algo en el país. Desde aquella conocida historia de cancelación en los 90 hasta el comienzo de esta semana, la evolución de la agrupación siempre ha ido de la mano con un crecimiento en la convocatoria que tienen.

Esta vez contaron nuevamente con la presencia de The Raven Age como teloneros. La banda de George Harris se mostró contundente y bastante madura, a pesar de un género que en Chile no es el más popular, como es el metalcore.

A pesar de aquello, y tal como dijeron en la conversación que sostuvimos el día anterior, esa mezcla de metal más moderno con algunos guiños al heavy metal más clásico hace que el público enganche igual, que se tome el tiempo para saltar y gritar a pesar de conocer pocas canciones. Salir antes de Iron Maiden al escenario es una gran responsabilidad y los británicos respondieron bien.

No alcanzaban a salir del escenario, cuando la impaciencia llegó. Fueron largos minutos en donde clásicos del rock amenizaban la espera. Deep Purple, Ozzy Osbourne y Alice in Chains fueron algunas de las que sonaron, todas seguidas de gritos y silbidos para intentar que la banda de Bruce Dickinson apareciera luego bajo las luces.

Algunos minutos después de las 21:00 horas, se apagó todo y apareció en las pantallas un video con algunas imágenes del videojuego de la banda, la que le da nombre a la gira que los trajo después de tres años a Chile. Los gritos inundaron el Estadio Nacional, el que todavía seguía recibiendo a la gente que llegaba sobre la hora.

Con la aparición de “Doctor Doctor”, clásico de UFO, se supo que la espera había terminado. Aparece la banda sobre el escenario y ya todo se vuelve una fiesta, prendiéndose rápidamente con “Aces High”. Sería solo el primero de varios temas de los que se llaman “calados”, esos que tienen gran impacto en el público. Con un avión sobre el escenario y Dickinson vestido acorde a la ocasión, la puesta en escena ya dejaba ver lo que sería en el resto de la noche.

“Where Eagles Dare” y “2 Minutes to Midnight” siguieron la misma senda: cambios en el telón de fondo, también en la vestimenta de Dickinson. Diferentes juegos de luces y todos los músicos concentrados, repartiéndose en diferentes partes del escenario. Una de las premisas es hacer que todos se sientan involucrados, ya que sin el público esto no funciona.

Terminando con su éxito del disco Powerslave, el mítico vocalista tomó la palabra. Aseguró que era el concierto más grande realizado en Chile, con más de 60.000 personas en el principal estadio del país. Además, que este sería el último show de toda la gira, por lo que se habían guardado al mejor público para el final. Con eso, Dickinson aseguró que la energía de los presentes durara hasta el final de la noche.

“The Clansman” fue un pequeño gusto que se dieron sobre el escenario y que los más fanáticos aceptaron con los brazos abiertos. No es fácil interpretar una canción de más de ocho minutos en vivo, pero lo lograron y de muy buena forma. De todas maneras, fue una pausa necesaria para el desorden que se armaría con “The Trooper”, uno de los temas más queridos por los fanáticos nacionales, quienes comenzaron a gritar con toda potencia desde que escucharon el primer riff de guitarra.

Después de una épica presentación, en donde hasta apareció un Eddie gigante para batallar contra Dickinson a punta de espadas y que terminó con el músico disparándole con una bandera chilena –así, tal cual–, fue el turno de “Revelations”, lo que conllevó también el cambio de escenografía. Si bien el comienzo era una escena casi de guerra, ahora pasamos a una catedral, con vitrales mostrando a diferentes Eddies y luces colgando desde el techo.

«For the Greater Good of God» y «The Wicker Man» siguieron la misma lógica que «Revelations», con Iron Maiden mostrando todo lo que es capaz de hacer. Las guitarras rápidas, la batería de Nicko McBrain que se mantiene en gran nivel con 67 años y los rápidos movimientos sobre el escenario de Dickinson, todo sumó para alcanzar el nivel que ellos mismos se han autoimpuesto en sus presentaciones en Chile. Y el público sufría una condición similar: todo se gritaba, todo se saltaba. Tenían a Iron Maiden en frente y había que dejarlo todo, una vez más, como siempre.

Para «Sign of the Cross», el vocalista apareció con una cruz gigante con luces blancas tras un comienzo en donde las luces rojas capturaron toda la atención. Con «Flight of Icarus», Dickinson salió con dos lanzallamas y un hombre alado gigante a sus espaldas. No se escatimó en recursos, tanto económicos como visuales, para hacer que cada canción fuese una experiencia inolvidable.

«Fear of the Dark» es de esos clásicos que se sostienen solos, pero nuevamente fue llevado a otro nivel. Esto se mantuvo así con «The Number of the Beast» -junto a unos solos impecables- y el imperdible «Iron Maiden», el final del primer segmento de show fue arrollador. Tras estos golpes, la banda se despidió momentáneamente. Ahí, Bruce Dickinson aprovechó de recordar que era el último show de la gira. Nuevamente, el público recargó las energías para la parte final.

Tal como si no se hubiesen bajado del escenario, el público seguía igual de prendido cuando interpretaron «The Evil That Men Do» y «Hallowed Be Thy Name», las que después le dieron el paso al clásico de clásicos: «Run to the Hills».

Y ese fue el final, pero recién con el primer riff ya lo sabíamos. Después de un ensordecedor mar de gritos, la banda agradeció a los presentes y aparecieron las palabras de Dickinson con frases que muchos podríamos pensar que son hechas: “los veremos después”, “los amamos”, “son de lo mejor del año” y “fueron un gran público”. Eso lo podría decir en cualquier lado, pero acá lo creemos, a ciegas.

Fueron casi dos horas frente a uno de los nombres más importantes en la historia del heavy metal y el con mayor convocatoria en Chile. Tal como las veces anteriores, nos rendimos ante el talento, precisión y potencia de los ingleses. Si bien la edad se nota en algunos pasajes –todos sus miembros ya superan los 60-, la conexión entre Iron Maiden y Chile sigue inalterable. No se sintió como despedida ni nada similar, sino como una celebración más. Dickinson ha cumplido las veces anteriores que ha prometido volver y ahora no será el momento de dudar.


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