FOTOS | Segunda noche de la #ReVuelta de Los Tres: Más que solo nostalgia


Segunda noche en el Movistar, segunda noche con lleno completo. La #ReVuelta de Los Tres sigue a paso firme en su retorno a los escenarios con su formación clásica. Este es el principal ingrediente del espectáculo, considerando que las canciones que forman el set no conllevan novedad o nuevos lanzamientos. Pero que eso no engañe, ya que precisamente eso es lo que quiere la gente.

Puntualmente a las 19:30 hrs., horario poco común para este tipo de eventos, el cuarteto salió al escenario del recinto del Parque O’Higgins. Afortunadamente, los problemas de audio y con las pantallas laterales solo fue cosa del pasado, algo superado y que no generó ningún contratiempo. Todo estuvo dedicado a la música.

Con su característico semblante serio, incluso parco para quienes no lo conocen, el líder de los penquistas comenzó el set sin mediar ninguna palabra con el público. La instrumental «Follaje en el invernadero» fue la inicial de una primera parte que, como era de esperar, estaba cargada a los clásicos.

Y claramente eso era lo que quería la gente. Con algo de timidez inicial se escuchó al público cantar «Sudapara», pero ya con «El aval» y «Gato por liebre» empezó el descontrol, con muchos ya poniéndose de pie para darle todavía más potencia a esos temas que han añejado como el vino. Los gestos de Henríquez para escuchar al público solo aumentaron la potencia.

Ese es un punto importante de este regreso: no estamos ante un cuarteto que quiera revivir viejas glorias, sino a uno que está tomando sus clásicos ya arraigados en la cultura popular, pero interpretándolos con mucho mayor bagage que en el momento de su publicación. Es decir, Pancho Molina siempre ha sido un gran baterista, pero ahora lo es mucho más que cuando se publicó Fome.

«Silencio» y «Feria verdadera» fueron una pequeña pausa dentro del kareoke en el que se había convertido el Movistar Arena, aprovechando también de cambiar de puestos entre Henríquez y Molina. Este respiro ayudó a que «Olor a gas» se escuchara con una emotividad que otras veces en vivo de Los Tres no habían logrado. Con una potente carga nostálgica en líneas como «sin sábanas, sin un colchón», se veía en la cara de las personas que realmente la sentían. Evocaba a años pasados, pero sonaba mejor.

Esta es la misma complicidad que se sintió cuando sonó «No me falles», otra que recuerda a ese periodo de los 90 donde la música de la banda se compartía en casettes pirata y se relacionaba con el Canal Rock&Pop. La unión de ese sentimiento junto a la interpretación superior te traían emociones pasadas al presente, una de esas magias que solo logra ocurrir con la música en vivo y que, además, requiere que sus intérpretes estén en la misma sintonía. Todo eso ocurrió.

¿Cuántas tardes frías del siglo pasado volvieron a aparecer con «Tírate», «Déjate caer» o el clásico «Un amor violento»? ¿Cuánto esperó la gente en escuchar «Moizefala» de la forma en la que sonó en el Movistar Arena? Mucho tiempo. Quizá demasiado. Incluso contando con el talento de dos bestias en sus áreas como Parra y Lindl, el sumarle el componente Molina y un buen estado de Henríquez hicieron que todo tuviera un sabor conocido, pero diferente. Fue ver a un grupo de amigos que no veíamos hace tiempo, pero que siguen riéndose con las mismas tallas.

Dentro de esta confianza también se dieron un tiempo de explorar ese mundo folklórico del cual rescataron mucho de su sonido. Cuatro temas del maestro Roberto Parra aparecieron en el set en un formato acústico que fue más un gustito de la agrupación que otra cosa, una forma de homenajear a aquel artista que les enseñó a darle alma a las canciones y que no solo fueran interpretaciones vacías, cerrando este espacio con una canción que transita entre la música tradicional y popular: «¿Quién es la que viene allí?».

Decir que esta ya pertenece a Los Tres, sin quitarle méritos a Parra, no está muy lejos de la verdad. Entonces, ¿qué sigue faltando para que saquen su propio disco de cuecas?

Su salida momentánea del escenario fue esperada sin que nadie se moviera ni un centímetro de sus asientos. Todos sabíamos que quedaba más por delante. El regreso con «Amores incompletos» solo abrió otra puerta al pasado, con una tensa intimidad de quienes la cantan sabiendo que en algún momento la sintieron personalmente. seguida por otros hits como «He barrido el sol» y «La primera vez». Cada vez que salían del escenario, entraban con más potencia.

Lo mismo ocurrió con «La espada & la pared»: la gente quería más. Mientras los actuales salían del escenario, los jovencitos aparecían en fotografías por las pantallas gigantes de un escenario sobrio, que dejó todo el show en manos de los músicos.

La última parte sonó más fuerte que todo el resto del show. La sombría «Pájaros de fuego» pasó a la movida «Bolsa de mareo» sin pausas, mientras que «No sabes qué desperdicio tengo en el alma» mostró el lado rockero con tintes de Faith No More que también tienen en su repertorio, aunque no salga tanto. O sea, Ángel Parra es capaz de eso y mucho más con las seis cuerdas sobre los hombros.

El cierre llegó con otra canción adoptada por la banda: «Tu cariño se me va». Ese hit de Buddy Richard, con más edad que prácticamente la mitad del Movistar Arena, fue un broche de oro para lo que quisieron mostrar. No es una despedida ni tampoco es querer sacar plata de clásicos pasados, lo de Los Tres es la demostración de que sus canciones no tienen fecha de vencimiento y que su talento solo ha mejorado con los años.

Los cuatro son de los mejores exponentes de lo que hacen. Nadie puede negar que las letras de Henríquez o el bajo de Lindl se encuentran entre lo más destacado que ha entregado la música popular chilena. Si bien no hubo sorpresas entre la primera y la segunda noche, considerando que quedaron fuera canciones como «La primera vez» o «Somos tontos, no pesados», la calidad de lo mostrado solo genera una pregunta abierta: «¿Qué viene ahora?». Esta #ReVuelta sigue siendo una hoja en blanco. El talento sigue ahí.


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