Tortoise en Chile: Ochenta minutos de magia


Se dice que los terceros álbumes son los que marcan un punto dentro de la carrera de las bandas. Caso emblemático es el de Radiohead con OK Computer, pero otro muy importante es el de Tortoise con TNT. Dentro de las sorpresas musicales que nos trajo este 2024, fue la llegada de estos últimos para interpretar en totalidad aquel trabajo como parte de la celebración de sus 25 años de vida.

Eso sí, antes de aquella revisión completa del disco estuvo la presentación de Narval Orquesta, agrupación nacional que integra elementos de diversos mundos. Allí encontramos un grupo de cuerdas junto a bateria, teclado, bajo eléctrico y más, todo obra de la mente de Andrés Quezada, quien ocupó sus baquetas para tocar y también para conducir al resto de los músicos.

A ratos era post-rock, a ratos simplemente rock e incluso música que fácilmente podría haber sido parte de un Final Fantasy. En un rápido repaso por seis canciones, el ensamble mostró parte de su repertorio en un collage que dejó con ganas de más. De aquella formación, Valentina Palomino se mantendría en el escenario para ser parte de la presentación de Tortoise.

Tras aquella exhibición, llegó la revisión completa del álbum emblemático de los norteamericanos, uno que marcó el rumbo que se seguiría en los años (y décadas) posteriores dentro del post-rock. La inclusión de Palomino junto a otros cuatro músicos nacionales, para así alcanzar la mejor reproducción en vivo respecto de lo hecho en el estudio, fue un gran acierto que solo sumó a un altísimo nivel musical.

Ya con la apertura junto a la canción que da título al álbum, el público quedó maravillado. Y no son temas fáciles de digerir para cualquiera, con más de cinco minutos de duración en cada uno dentro de un mundo que puede mantener la concentración solo uno o dos, pero lo que presentaron era atrapante.

Con la gran interpretación de «I Set My Face to the Hillside» la gente ya se entregó. El movimiento sobre el escenario no se detenía, con los músicos intercambiando lugares con mucha naturalidad, cada uno entregando un sabor diferente a pesar de ser los mismos instrumentos, además de una disposición con dos baterías en la vanguardia que hasta hacía recordar la puesta en escena de King Crimson.

Claramente el show no tendría grandes sorpresas en el repertorio en esta primera parte, pero a cambio eso entrega una predisposición ante la canción que sigue. Con una exposición de ese nivel, cada tema iba incrementando las ansias por el siguiente, algo que llegó a su peak con el clásico «In Sarah, Mencken, Christ, and Beethoven There Were Women and Men». De esa canción de casi ocho minutos se pasó a la corta y contundente «Almost Always Is Nearly Enough», muestra de cómo los norteamericanos son capaces de jugar con el tiempo de una forma que no es fácil dentro de este u otro género.

Casi ochenta minutos les tomó repasar completo TNT, ochenta minutos que -a pesar de algunos problemas de sonido- fueron un bálsamo para los oídos. A ratos se pudo bailar, en otros simplemente contemplar, pero se disfrutó de uno de los trabajos más importantes de un género que siempre evoluciona, pero al cual le entregaron el mapa de ruta en varios sentidos.

Tras una breve despedida, dos regalos extra llegarían: «Along the Banks of Rivers» y otro clásico como «Crest». Sobre el escenario se veía tanta felicidad como debajo, con una decena de músicos satisfechos de haber entregado lo mejor posible, tanto los visitantes como los nacionales.

Nunca deja de sorprender cómo la música sin voz sigue siendo capaz de transmitir tantas emociones, de conectar a tanta gente que no se conoce. Lo de Tortoise fue otra de esas demostraciones, probablemente uno de los shows más sólidos de lo que va del año.


Like it? Share with your friends!

0

0 Comments

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *