Y llegó finalmente la primera de las cuatro noches que tendrá Coldplay en nuestro país. Un imponente escenario es lo primero que aparece a la vista, muchas pantallas, una pasarela que cruza prácticamente la mitad de la cancha del Estadio Nacional. Y eso que no era todo lo visual que se presentaría.
Pero primero, quienes abrieron el show. Princesa Alba y Camila Cabello recibieron al público que incluso acampó a las afueras del principal recinto de deportes y conciertos del país. La primera mostró varios de los éxitos que la han catapultado al top de las artistas nacionales del momento, mezclando ritmos urbanos y pop de forma súper prolija.
Posteriormente, cuando ya se empezó a ir la luz natural, apareció Camila Cabello. Junto a seis bailarines y una puesta que incluía músicos en vivo, la cantante de raíces cubanas mostró una energía y tónica que se repetiría en el resto de la noche: mucho movimiento, hablar con el público y agradecer. «Havana», «Never Be The Same» y «Señorita» fueron algunas de las que tocó. Sin dudas una apertura completamente aprobada.
Después de varios minutos con mensajes de sustentabilidad en las numerosas pantallas redondas, anunciando la existencia de un “piso cinético”, bicicletas que daban energía y varias “olas” por parte del público, apareció una transmisión de los cuatro integrantes caminando por debajo de la estructura hasta emerger al final de la pasarela. Los gritos no se hicieron esperar, despertando a la gente de una noche bastante fría y nublada.
Allí aparecieron las primeras novedades respecto al escenario que ocupó la cantante norteamericana: pantallas esféricas y un fondo que cubría de lado a lado el escenario. Importante este detalle en un recinto tan grande, solo uno de los varios gestos que tendrían los británicos durante la noche en la cercanía con sus fans.
El comienzo fue bastante variado. «Higher Power» fue la primera de su último disco -Music of the Spheres, que también da nombre a la gira- que sonó durante la noche, trabajo que se llevaría prácticamente un tercio del show. Aquí apareció otra novedad: pulseras con luces led de colores que reaccionaban a lo que pasaba en el escenario, uniendo así a los miles de asistentes. Eso y papeles picados que ayudarían a lo visual más de una vez.
«Adventure of a Lifetime» ya fue el primer single radial que interpretaron, uno de las varias canciones esperadas por el público, todo reflejado en los gritos y ovaciones que aparecían en los primeros segundos de cada canción. Aquí ya se podía ver a un Chris Martin siempre sonriente, recorriendo cada rincón de un escenario particularmente amplio. Esto cambió momentáneamente a un tono más melancólico con la aparición de “The Scientist”, uno de los temas que los lanzó al estrellato internacional allá por el 2002. Ni se nota que sea una canción con prácticamente 20 años.
La orientación del show era clara: no solamente música, sino que también conexión. No es una banda como Pixies donde solo suben, tocan y se bajan, sino que interactúan de muchas formas diferentes. Podía ser cantando, ayudando en los coros, agachándose o prendiendo las luces del celular. El control era prácticamente absoluto, lo que terminó de explotar con la aparición de «Viva la Vida», uno de sus buques insignia. Aquella fue la primera vez que se fueron al centro de la pasarela, acercándose más a gente de otras zonas del estadio.
Con «Coloratura» tuvieron uno de los momentos más íntimos del show, revelando que querían tocar esa canción en un día que se sintiera «correcto». Considerando que muchas veces repitió que aquel era el mejor martes de su vida, el primero de sus cuatro shows en el país contó con aquel tema que no interpretaban desde abril durante su paso por México.
Al volver al escenario principal fueron dos los hits que aparecieron seguidos: «Paradise», incluyendo las primeras gotas que caerían en la jornada, junto a otro de los tracks antiguos con «Yellow». Esta última volvió a jugar con las pulseras, llenando el Nacional de puntitos amarillos que se movían al son de la música.
Casi tocan «Sunrise», pero Martin la frenó para ir por «Human Heart» (junto a una marioneta/hada) y «People of the Pride» -también parte de su última producción- metiendo posteriormente «Clocks» para ir jugando con sus distintas épocas, haciendo guiños a cada uno de los discos de su carrera.
Claramente no olvidarían uno de los grandes éxitos que han tenido en la última década: «Something Just Like This», famosa colaboración junto a The Chainsmokers. Esta tuvo una parte pregrabada, donde Chris Martin interpretó parte en lenguaje de señas. Eso y recoger una bandera del orgullo que le lanzaron desde el público serían otros de los acercamientos que tendría con los presentes mientras las gotas caían en mayor cantidad.
Con «My Universe» nuevamente demostraron que mantenerse en el éxito es posible. Esta mezcla de los ingleses junto a BTS, una de las bandas más importantes a nivel mundial en estos días, mostró que es posible seguir presentes sin tener que perder su esencia. Y a esto le siguió «A Sky Full of Stars», para la cual pidieron guardar todos los teléfonos y concentrarse solo en la música. Aquí aparecieron fuegos artificiales, más luces y confeti. En lo visual nunca se quedaron atrás, cada paso que daban estaba coordinado con lo que ocurría en el escenario, con un nivel de producción que solamente tienen los grupos más importantes del mundo. Esto marcaría el final de la primera etapa.
Mientras algunas personas con poca fe abandonaban la cancha, otros esperaban pacientemente al seguro retorno del cuarteto. Solo un par de minutos demoraron en volver, acercándose a una tercera parte del escenario, mucho más cerca de la cancha general y de la galería. Allí volverían en el tiempo a dos clásicos: «Sparks» y «Don’t Panic». Esta última no tuvo a Chris Martin en el rol principal, sino que se le entregó al baterista Will Champion, quien mantuvo el mismo estilo que la versión original, esta vez acompañada de guitarras acústicas. Un momento súper bonito, en especial por la capacidad de aparecer en diferentes lugares del escenario. No fue el clásico de solo mirar hacia adelante, sino que todo el recinto fue parte del mismo show.
La parte final volvió al escenario principal, apareciendo quizá el tema más relevante del disco X&Y: «Fix You». Aquí nuevamente mostraron su versatilidad, pasando de hacer saltar al público a llevarlo a un momento más introspectivo. El público claramente no dejó de cantar, pero la compenetración fue tal que se sincronizaba con el tono usado por Martin. Uno de los momentos más lindos de la noche, dentro de varios.
«Humankind» y «Biutyful» fueron las dos encargadas de dar cierre a un espectáculo bastante redondo. El repaso por toda su historia, aunque sea solo con una canción, fue algo que mantuvo el interés en todo momento. No fue un show de grandes éxitos ni de despedida, sino que uno totalmente vigente que podría desarrollarse en cualquier capital importante del mundo y tener el mismo resultado.
Más confeti, aplausos, abrazos tras una presentación impecable y saludos al público. Así fue la despedida de esta primera jornada, la que deja la vara muy alta para las siguientes, tanto en lo que vimos en el escenario como en el público que respondió al papel que se le fue entregado. Quizá con qué sorpresas llegará la banda, que dejó fuera canciones como «Speed of Sound», «In My Place» o «Trouble». El poder darse el gusto de avanzar por tantas emociones diferentes es algo que no cualquier agrupación puede hacer. Coldplay se da ese lujo.
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