Foals en sideshow de Lolla Chile: ¿Quién dijo que el rock murió?


Foals

Fecha: 2 de abril de 2019
Lugar: Teatro La Cúpula
Productora: Lotus
Fotógrafo:    @
Periodista: Samuel Fuentes   @sin__titulo.jpg

Lollapalooza Chile se despide de este 2019 con su último sideshow: Foals en el Teatro La Cúpula del Parque O’Higgins.

Ya teníamos el antecedente de lo presentado en el Banco de Chile Stage, en donde miles pudieron ver y oír a una de las bandas más aplaudidas en lo que respecta a sus presentaciones en vivo. Eso sí, siendo sincero, al parecer algo se perdió en aquel escenario tan grande.

Donde mejor funciona Foals, es bien cerca del público. En La Cúpula, con el primero de sus fanáticos a menos de tres metros, es donde Yannis más brilla y puede desplegar todo su talento, tanto con la guitarra sobre las manos como con su voz, la que es capaz de entregar voces suaves y gritos demoledores.

Las nuevas canciones de Foals, como «On the Luna» o «In Degrees», se acoplaron muy bien a los temas más antiguos. De hecho, la gente los coreó todos, saltando y derrochando la misma cantidad de energía que se veía en el escenario.

Sobre la tarima, Yannis se plantó en el centro para llevar las riendas de todo lo que ocurría. Haciendo gestos con su cabeza, con sus manos o sus pies, daba paso a intervenciones de batería o teclado. Manteniendo los ojos cerrados, era capaz de saber qué ocurriría y en qué momento. No pasaba nada sin que él no lo supiera de antemano, un control que solamente le da más poder a su puesta en escena.

«Ballons», tema que no tocaban hace algunos años, fue una de las sorpresas que apareció en el setlist. Ya con «Olympic Airways», el mismo Yannis mostró todo el trabajo que hay detrás al generar una impecable sincronía con Jimmy Smith, ubicado siempre a su mano derecha. Sus guitarras se complementaban a gran nivel, con sonidos que evidenciaban el gusto del inglés por el math rock.

Y así como se escuchó eso, en otras oportunidades sentimos otras referencias. Con “My Number”, por ejemplo, el space rock apareció en algunos momentos, así como el post-rock en otros. Toda esta música, con rápidos cambios, se sentía como un reflejo de lo que ocurre en la cabeza de Philippakis, el principal cerebro detrás de la banda.

Luego llegó un pequeño repaso a varios momentos de su carrera con «Spanish Sahara» -clásico dentro de sus shows en vivo- «Syrups» -de su nuevo disco- y «Providence» -parte de su tercer trabajo-. A pesar de las diferencias de años y de ritmos entre cada tema, se lograba generar una cohesión casi inimaginable. Las transiciones muchas veces se perdían y hacían parecer que todo era solo una gran canción, una gran obra de Yannis interpretada a la perfección por él mismo y sus compañeros. A pesar de no tener mucho diálogo entre ellos, se nota la confianza que existe en sus talentos. De no ser así, el show no funcionaría.

A pesar de ser Yannis la mente maestra detrás de las composiciones, siempre hay algún espacio para los gustos de sus compañeros. Jack Bevan tuvo más de algún momento en donde desplegó todas sus habilidades en la batería, así como también hubo un par de momentos en donde Edwin Congrave, dueño absoluto de los teclados, pudo explorar sus dotes de DJ.

Foals es de esas bandas que no tienes que conocer completamente, ni saberte sus letras, para disfrutarlos en vivo. Empiezan a tocar y todo se vuelve casi automático. Se te mueven los pies, la cabeza y las manos al ritmo que imponen sobre el escenario. Todo eso se notó en el público, conocedor de la banda, que dejó la vida en aquel recinto, al nivel que varios caídos tuvieron que salir de la masa de gente debido al calor que ahí se generó.

Con las revoluciones a mil por hora, tanto sobre como bajo el escenario, Yannis sonrió y tiró un escueto “la raja”. Esto reflejando su sentir ante la respuesta del público, esa sensación de satisfacción de lograr precisamente lo que quería, en todo sentido.

Al final de cuentas, lo que hace Foals es rock. Quizá no es típico de guitarras y gritos copiados de la década del 70, sino uno actualizado y con elementos de varias décadas diferentes, con la posibilidad de bailar como con la mejor canción pop o gritar como la más potente canción de metal. Todo eso, digerido en la mente de Philippakis, para nuestro consumo.

¿La corona de todo esto? «Two Steps, Twice», parte de su debut Antidotes (2008) que sonó más fuerte que nunca, llenando cada espacio con sus estruendosas guitarras y los potentes alaridos de Yannis. Tras esto, dejando atrás más de una hora y cuarenta minutos de música, la banda agradeció y abandonó el escenario. El tiempo voló, se hizo demasiado corto, pero quedó la ya clásica promesa de volver. Con ese nivel de intensidad, todos creímos ciegamente en las palabras de la voz de Foals: Chile tiene uno de los mejores públicos del mundo, motivo por el cual juraron volver pronto. Desde ya, varios estamos esperando que se cumpla lo antes posible.


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