Ernesto Holman y la fusión del etnojazz: «El ritmo de la cueca es un ritmo sagrado»


Ernesto Holman es uno de los bajistas más destacados de Chile. Ya lleva décadas junto a aquel instrumento, desde los años con Congreso hasta los actuales, donde encabeza el Holman Trio.

Con este grupo es que prepara el lanzamiento de We Adkintun, su nuevo trabajo dentro de este mundo que llamó etnojazz. No es world music ni jazz fusión, es algo más que llegó de una forma muy particular: una iluminación en medio de la noche. Sobre eso y más conversamos con al músico:

Agenda Musical: We Adkintun significa nueva etapa, ¿qué es lo más nuevo este trabajo?

Ernesto Holman: Digamos, al principio, tiene que ver con algo nuevo. O sea, siempre la vida es nueva todos los días, aunque parezca que uno está haciendo lo mismo todos los días. La esencia del proyecto se mantiene igual, sonido ternario, seis octavos, música de la tierra, inspiración mapuche, todo eso. Está en la sonoridad el cambio, la estructura.

El nuevo disco que se viene no es tan de zonas de improvisación, sino que más bien temas más estructurados con sonidos de sintetizador. Nuevamente retomo el sintetizador. Yo partí el año 98, 99. Las propuestas en mi disco Ñamco, que era un disco donde usaba mucho sintetizador. Me gusta mucho la síntesis, lo que da un sintetizador. Yo partí primero, en el año 98, partí con la nueva forma musical mía, una estructura desde el bajo. Cuando grabé mi primer disco, sentí que no quería ni batería ni saxofón ni pianos eléctricos, nada de esas cosas, lo estándar de la fusión. El sintetizador te lleva más lejos, a imaginar colores, lugares, esencias de cosas más lejanas. Eso más el bajo y la percusión, ese era mi mundo.

Transcurrió varios años yo me inscribí en el world music, ese estilo para englobarlo, ponerlo en un contexto. Luego me llegó una orden de arriba, que tenía que popularizar mi música más fluida, lo tenía que hacer a un lenguaje que antes era inentendible para entrar a festivales de jazz, cosas que el medio cultural comprende. Entonces me adapté al concepto de trío de jazz, piano, bajo y batería. Ahí me metí, pero con el acápite de que yo no le llamo jazz, sino que etnojazz. ¿Por qué? Mi Carlos Recabarren me recomendó el nombre porque del jazz yo tomo los instrumentos y puedo hacer música, con la improvisación. En el jazz no es en lo único que se improvisa, pero es lo que más viene en nuestras influencias de Estados Unidos. El jazz, la improvisación, el timbre.

Ahí hice un trío, el etnojazz trío. Pasaron varios años y siempre con el trío piano, bajo, batería. Ahora se dieron las cosas, porque yo quería porque estoy desarrollando otra técnica en el bajo, porque el bajo es un instrumento solista, de ahí nacen los temas. El bajo es el que mueve las cosas, no es que yo sea un bajista acompañante. Yo llevo la batuta en la parte melódica. Es el bajo el que propone.

Con algunas estructuras el piano choca con el bajo, hay que separarse, pero no es que sean enemigos ni mucho menos. El piano no está con el bajo al lado, no es que sea egocéntrico, es una cosa de construcción. “¿Qué es lo principal? Esto, se tiene que escuchar clarito y el resto lo tiene que acompañar”. El piano compite en frecuencia, entonces se dio justo que nuestro pianista querido, Gustavo Cerqueiras, por motivos personales de trabajo, laborales y familiares, se fue a España. Yo ahí dije que se dio, entonces ahora entra al grupo un tecladista, que era mi sueño tener teclado. Sebastián Moya, joven, que viene de Talca. Él es tecladista, pianista y tecladista. Un pianista puede tocar teclado, pero no es lo mismo. El tecladista está pensando en sonidos nuevos, se maneja, explora, se maneja, crea, busca, etcétera.

Atrás yo admiraba al grupo Weather Report, donde estuvo Jaco Pastorius. Ahí estuvo el jefe de todo, Joe Zawinul, que era el tecladista. Yo pensé “ojalá algún día me encuentre con el Joe Zawinul chileno”. En Chile hay tecladistas, pero no tocan la música que toco yo, pero ahora apareció. Por eso We Adkitun, nuevo periodo, nueva etapa, otras cosas. A partir de ahora… no sé en qué vamos a terminar, pueden pasar muchas cosas. Es una nueva ruta con los teclados. No sé si te responde un poco eso, jajaja.

AM: También lo que me nombrabas de llamarlo “etnojazz”. Se puede entender con lo de “jazz” en el nombre, pero sigue siendo algo nuevo. ¿Cómo se lo explicarías a una persona que no sabe lo que es el etnojazz?

EH: El etnojazz viene del jazz, todos sabemos lo que es, que viene desde New Orleans, los negros, los americanos. Ha sido el movimiento musical más importante del siglo XX, todos venimos de allá. En un país donde hemos asumido no solo la tecnología, el auto, la televisión, el cine… en Chile no hemos inventado nada, tenemos que recibirlo todo, incluso en la cultura. Les hemos comprado todo. Desde los 40 le hemos comprado todo a Estados Unidos.

Entonces yo pasé por el jazz, el swing, el bebop y todos los estilos dentro del jazz, pero llega un momento donde quiero expresarme y no quiero, ponte tú, una cuestión mística. Tengo que explicarlo a través de mi vida. Llegué a entender lo que era la Tierra, la energía de la Tierra. En cada lugar donde uno vive, la Tierra tiene un ritmo natural. Cuando se habla de la cueca, que la trajeron de Perú, todas esas tonteras, porque son tonteras para mí.

La Tierra tiene ritmo aquí. Quienes recogen esos ritmos son los pueblos ancestrales, que también tienen sus danzas tribales. Se folkloriza. Como ahora viene una etapa de mezclar cosas, que se llama fusión, entonces fusionas los elementos. Yo tomo algunas cosas del jazz y otros ritmos tuyos, eso es. Es la parte étnica, no con lo norteamericano, sino con lo del lugar. Yo podría tocar con raíces turcas, también sería etnojazz, porque estoy usando sonidos de Turquía, sino que de turcos. Eso también es etnojazz.

Entonces significa que, con los elementos del jazz, lo que tocas tú tiene que ver con la tierra donde estás parado, el folklore, las tradiciones, etcétera. Todas esas cosas las usas en el lenguaje jazzístico.

AM: Considerando que llevas muchos años junto a tu instrumento, desde Congreso en adelante hay una evolución importante. Me dices que eso va de la mano con cultura de otros países, también de algo divino, ¿cuándo te dijiste “sí, para aquí va”?

EH: Tengo que contarlo, porque no puede ser así tan simple para entenderlo. No es una elaboración intelectual que me llevó a esto, sino que un proceso, una experiencia mística que me hizo despertar. Además de todo esto, yo pinto desde el año 91. Fui a una exposición de Roberto Matta, en el Bellas Artes. Me emocioné tanto de ver a esas obras que dije que iba a pintar, además estaba viviendo una crisis musical, que no sabía para donde ir. Entonces me puse a pintar. Por la pintura, porque desarrollé un lenguaje propio humilde y propio, llegó a mi casa un chamán mexicano a ver las obras. Es la pareja de una hija de unos compadres, venía de México. Le gustaron las pinturas.

Me invitó a una charla sobre la cosmovisión del pueblo de México al cual él pertenece. Yo con lo indígena… cero, no tenía nada. Ignorante e indiferente. En la charla quedé dado vuelta, jajaja. Me dio vuelta la cabeza. Entonces le dije, cuando veníamos en el auto de vuelta, que por favor me ayudara a encontrar lo que andaba buscando. Al otro día fue a mi casa en la mañana, yo vivía en El Arrayán, en la precordillera. Tenía una casa con un patio grande. Fue y hablamos mucho rato, me dijo que se tenía que ir, pero que tenía que poner un despertador a las 3 de la mañana, dormir, despertar a esa hora, mojarte la cara y pararte en el pasto. ¿Qué más tengo que hacer? Nada, solo pararme en el patio. Estaba serio, se fue, nos despedimos. En ese tiempo lo hice con uno a cuerda, no había cuarzo ni digital en el celular.

Me desperté a las 3 de la mañana, me paré en el patio. Haciéndola bien cortita, estaba parado y me toma algo así. Caí en un estado… una epifanía, es más exacto. Caigo en una nube. De repente una voz como en FM dice “qué buscas” y empiezo a escuchar tambores por todos lados. Me pregunté qué fue eso, empezó a trabajar mi mente, que eso era ritmo de cueca. Qué tiene que ver el Guatón Loyola, los huasos, las chinas, todas esas cuestiones. Desde ese punto comienza todo lo que estoy haciendo ahora. La Tierra nos regaló el ritmo donde estamos parados, el ritmo de la cueca. El ritmo de la cueca es un ritmo sagrado. Es una danza que tiene ritmo de negros africanos, españoles y el ritmo de aquí, se formó una conuunción que se llamó cueca, pero el ritmo es de la Tierra.

Eso quiero mostrar, que ese ritmo aparece. Empecé a investigar, vivir situaciones al vivir en El Arrayán, estaba medio chalado. Pasaban cosas místicas, tuve contacto con la cultura mapuche ancestral, se me vino el mundo mapuche que no conocía ni tenía idea, aparte de Lautaro o Galvarino, más no sabía. Ahí tuve contacto con la espiritualidad mapuche, conocí el choique purrun mapuche, en dos ritmos. El ritmo de Chile, para mí, porque se funda en Santiago, no en Arica ni Punta Arenas. La República de Chile nació en Santiago. La historia consigna que los mapuche llegaban hasta Copiapó, al sur Chiloé y más abajo. El ritmo de Chile son estos dos ritmos: choique purrun y cueca.

Son dos ritmos que son complementarios, porque el choique purrun es ta-tan-tan, ternario, uno, dos, tres. Dos ritmos de base ternaria, esa es nuestra esencia, con ese ritmo en nuestros pies, el aire, el agua, todo, es nuestro ritmo, propio. Yo le llamo al concepto choique cueca, que representa los dos ritmos, lo representa un ave. ¿Por qué? Porque cuando tocas el choique purrun… el ave es un animal que habita, vive, entre la tierra y el suelo, siempre está arriba o abajo. Cuando está en la tierra hace ta-tan, mueve las alas, igual que los mapuche cuando bailan esta danza. Cuando toma vuelo es para-para-pa, son complementarios, es tierra y cielo, esto lo representa el ave.

Esos son nuestros ritmos chilenos, nuestra esencia. Como te contaba antes, hemos sido invadidos por la tecnología o el cine norteamericano, que nos cambió la vida. Ellos vendían la música y nosotros lo comprábamos, lo imitábamos. Imitar, imitar, que el mundo se va a acabar, ese es el lema en Chile. Ahora se vienen cambios en el planeta. Le toca a la experiencia ternaria el manifestarse. Es un tema largo, si quieres te lo puedo explicar, pero el tiempo (risas). Tiene ribetes más filosóficos, para allá lleva, esa es la historia. Ahí partí yo… ¿la pregunta cuál era? (risas).

AM: Sobre cómo había llegado a eso, jajaja.

EH: Sí, de ahí partió la cosa. De ahí no podía volver a tocar rock, tocar jazz gringo. Nada po’, hueón. Obligado a ser chileno no más. En eso vamos. Eso estoy fomentando y le cuento a los jóvenes. Y más todavía, si tú me permites. Nosotros somos ternarios, de ritmos ternarios, igual que en Argentina, Perú, Bolivia, todos. Llegué a la conclusión que el hemisferio sur es de ritmo ternario, porque también pasa en África. El hemisferio norte es de ritmo binario, todo lo principal es binario. Nosotros somos ternarios.

Ahora, lo ternario tiene un compuesto binario y viceversa. Como eres hombre, tienes un complemento femenino. Hay un equilibrio, pero nosotros somos ternarios. Entonces, yo digo que lo que viene ahora, que es desde la experiencia que tuvimos el año 2019 ante el estallido en Chile, fuimos a tocar como Holman Trío al Lincoln Center de Nueva York. Por tres días estuvimos tocando también en el Festival de Montreal de Jazz, a nivel mundial. Estamos tocando en las dos partes los éxitos, muy buenos.

Cuando estábamos en el Teatro Nacional de Montreal, en el festival, nosotros abríamos y después venía un guitarrista famoso brasileño, Yamandu Costa, que es famosísimo, era conocido para el medio allá. Cuando tocamos nosotros el primer tema, tocamos estos ritmos, todos los temas son así. Cuando terminó el primer tema, así para ser humilde, una cuarta parte se paró a aplaudir, con gritos. Que bueno que les gustó, muchos aplausos. La cosa seguía, nos mirábamos, pensaba qué pasaba aquí. Quizá la gente pensó que íbamos a tocar un tema no más, entonces están pidiendo otro, no sé. Fue todo el concierto igual, todo el rato. Entonces, cuando saco raya para la suma, veo que como chilenos somos la raja, tenemos una fuerza increíble, pero el tema es otro.

Yo te conté que el hemisferio norte es binario y tiene su complemento ternario. Eso ternario está apagado en el hemisferio norte, en el mundo entero, porque la globalización de lo binario copó el mundo. El mundo está polarizado artificialmente. Está cargado demasiado binario. También pasó con “Despacito”, Luis Fonsi, reggaetón binario, es el tema más escuchado en la historia de la música, superó a los Beatles, a todos juntos. Eso es una muestra que el planeta está binarizado, también los computadores, celulares, todo. La música que nos llega de afuera también, el reggaetón es binario, todo.

Cuando fuimos a tocar a Canadá, ese componente ternario lo tenían apagado. Por lo tanto, ellos están desequilibrados y eso te lleva a una enfermedad, enfermando también el planeta. Responden inconsciente y espontáneamente. A eso se debe: que a ellos les llegó la salud. Cuando venía para acá lo dije: como chilenos tenemos pega en el mundo. Se lo digo a todos los músicos del mundo, con esto ternario, llegó nuestra música al mundo que es medicina, salud. No quiero decir que el planeta se va a arreglar o no habrá bombas atómicas, pero ayudará a la gente a sentir un alivio, un equilibrio, que lo están esperando.

AM: Por último, ¿algún mensaje que le quieras enviar a tus seguidores?

EH: Se lo digo hace años, pero lo sigo reafirmando: quiero decir que eso me sostiene, les mando un saludo de todos los músicos chilenos. Hay que hacerlo, es la medicina del mundo, así de simple.

Uno podría decir “estamos en democracia”, estamos en democracia, haga lo que quiera, pero le doy un consejo: agarremos nuestros ritmos ternarios, nuestra tradición ternaria del choique purrun mapuche y la cueca, el ritmo de la cueca, y vámonos a crear música propia para llevarla a nosotros y el mundo entero porque nos están ne-ce-si-tan-do.

Somos parte de la resistencia ternaria que hay en el planeta. Es una resistencia que viene de muchas formas: terremotos, movimientos, qué sé yo. Nosotros tenemos que aportar la parte más importante, que es vibracionalmente con la música. El mundo nos está esperando, muchachos. Créanle a este viejo loco que ya lleva más de 25 años en esta cuestión y no ha cambiado. He dado mi vida por esto, no estoy dando la hora.

Yo sé que cuando toco le muevo la patita a todos. A todos se les mueve la patita, hasta en los lugares más lejanos. Donde toquemos, la gallada grita, de placer o algo que les pasa, les provoca cosas. No todas las músicas hacen eso.


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